El lunes, un desconcertado Delegado Territorial de la Junta de Castilla y León remitía a los medios de comunicación un artículo sobre el “palacio de congresos”. Es un alivio saber que los propios impulsores del incrustado palacio de congresos también están desconcertados, cosa que les concede cierta sensatez, pero sería bueno para todos que se dedicasen a definir mejor quién es quién en la cuestión del hortelano y el perro en vez de intentar explicar este proyecto inexplicable.
El artículo, que he leído con mucho interés, empieza hablando de la conocida obra de Lope de Vega y me ha provocado también un cierto desconcierto, y ya desconcertados ambos veamos si es posible el deseado matrimonio entre Teodoro y Diana sin tener que utilizar los engañosos servicios de Tristán.
Empecemos por el principio. Segovia 21, una urbanización fracasada, un Campo de Golf, una Faisanera (o dos si son pequeñas), una Casa Club y un Quitapesares que, gracias a una pésima gestión –insisto, una desgraciada y pésima gestión-, se ha convertido en el pesar permanente del y de los sucesivos Presidentes Provinciales de la Diputación de Segovia, por los siglos de los siglos.
Esta mala gestión ha producido un agujero en términos económicos, cuya cuantía desconozco, y para taparlo se recurre a la Junta de Castilla y León. Este es el verdadero conflicto.
Vamos pues a llamar a las cosas por su nombre; esta operación financiera en la que los tres socios, como tres valientes espadachines, se lanzaron al ataque (Caja Segovia, Diputación Provincial y Cámara de Comercio) tenía previsto “conquistar” seiscientos socios para financiar tanto el Campo de Golf como una magnífica Casa Club que sería además, según palabras de los gestores de entonces, un centro hostelero de primer orden donde celebrar fiestas familiares, enlaces conyugales o divorcios (léase bodas, bautizos y comuniones).
Bien pudo ser pero, desgraciadamente, no pasamos de doscientos y pico socios y las cuentas no salen, las obras de la Casa Club quedan paradas sine die, los jugadores se ven obligados a utilizar una caseta provisional y las tensiones son evidentes En la escena aparecen unos gestores salvadores y el resultado de todo esto es la propuesta de una chapuza en términos financieros, políticos e incluso técnicos.
Empecemos por el final: técnicamente son incompatibles un campo de golf con un palacio de congresos incrustado. Setas o Rolex.
En términos financieros, que la Junta de Castilla y León invierta en una empresa privada con el único objeto de sacarla del atolladero, puede rozar el Código Penal. Y políticamente, cuando hay inversiones prioritarias como la segunda fase del Campus María Zambrano, el Instituto de San Lorenzo, el Centro de Salud de Nueva Segovia, etcétera, etcétera, que la Junta de Castilla y León invierta ocho millones de euros en salvar un proyecto fracasado parece, cuando menos, un despropósito.
La nocturnidad y alevosía con la que se cuece este malhadado proyecto denota una absoluta mala fe y hace gala de ese desconcierto del que hablábamos al principio. Tres palacios de congresos en La Granja, Palazuelos y Segovia se nos antoja excesivo.
Se ha dicho que lo importante es que Segovia tenga un palacio de congresos y lo de menos es dónde esté ubicado, pues no; el palacio de congresos o quizá un recinto ferial y congresual debe y deberá estar situado en Segovia en el lugar en el que todas las fuerzas políticas, sociales y económicas decidamos, de una vez por todas y de mutuo acuerdo, dejando a un lado perros y hortelanos.
Quiero terminar diciendo que me agrada que tengamos un Delegado Territorial cultivado y leído, que además conoce a Lope, aunque para ilustrar su artículo debería haber utilizado “La dama boba”, en lugar del hortelano pues Diana, señores, nos recuerda demasiado al Partido Popular.
Javier Giráldez. Portavoz del PSOE municipal