La ignorancia es la felicidad, dicen los sabios. Pero incluso la felicidad requiere orden y medida, porque si no se corre el riesgo de que se pueda malgastar un bien tan escaso. Para eso, los amigos de Bután (¿quién sabe situarlo en el mapa?) han creado el Ministerio de la Felicidad, que es el encargado de poner orden a tal inestable objeto de deseo. Y para aportar la medida, se han sacado de sus mangas asiáticas un nuevo indicador que no sólo mira a la riqueza económica del país para calificar la situación de sus ciudadanos, sino que también echa un ojo a otros indicadores, como el tiempo que pasan con la familia, para tener una imagen más real del verdadero bienestar de sus conciudadanos. Mis compañeros de La Razón han entrevistado al ministro de tan peculiar gabinete, un tema sin desperdicio. Si somos capaces de medir la felicidad, implica que sabemos detrás de qué ingredientes se esconde, por lo que también debe tener una receta para zampárnosla. ¿Será el nuevo plato del Bulli esta temporada?
Fotografia por Pasotraspaso (flickr)