Romería de Malangosto
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“Por aquesta encrucijada que yo tengo bien guardada no pasan los hombres salvos”, le dijo la Chata al Arcipreste de Hita cuando este cruzaba el puerto de Malangosto. Corría el siglo XIV. Ella, “sarnosa, ruin y fea”, le exigía peaje para dejarle pasar, pero como él no tenía monedas, llegaron a un peculiar acuerdo. Así relata el Libro de buen amor una de las escenas más célebres de nuestra literatura medieval: el encuentro con una de las cuatro serranas se topa Juan Ruíz en su camino y con las que tiene relaciones íntimas. La obra fue escrita hace ya 695 años, pero la historia sigue viva no solo entre sus páginas, sino también en una tradición muy especial para la provincia de Segovia: la romería de Malangosto.

La romería de Malangosto: un cruce de caminos, de tiempos y de historias

Cada primer domingo de agosto, romeros de distintos pueblos se dan cita para rendir homenaje a este encuentro entre la ficción, la fe y la tradición, en lo que se considera la romería celebrada a mayor altitud de Europa, a unos 2.000 metros sobre el nivel del mar.

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Malangosto es más que un paso natural entre Madrid y Segovia: es también una encrucijada simbólica entre pasado y presente. La romería de Malangosto, que este 2025 ha celebrado ya su 54ª edición, reúne a cientos de personas en la sierra de Guadarrama para ascender, por fe o por tradición, hasta el puerto. Todo comienza un poco más abajo del embalse del Pirón, donde se inicia un camino de subida que ofrece preciosas vistas de la meseta y un entorno natural cubierto de verdes pinares.

El Chozo de Malangosto Img/Segoviaudaz

La subida se realiza a pie, en bicicleta, a caballo o en coche, pero el destino es común: el Chozo, desde donde parte la procesión con el Cristo y la Virgen rumbo al punto más alto del puerto. La música acompaña la marcha, con jotas incluidas, mientras los romeros avanzan entre conversación, aire limpio y memoria.

El concierto de la segoviana que no te puedes perder el 8 de agosto

Una vez alcanzada la cumbre, se celebra una misa junto a la Cruz, en la que este año brilló con especial intensidad la voz de la soprano rumana Alexandra Tarniceru, acompañada al violín por Ulises Illan. Su interpretación del Ave María, dedicada al Arcipreste de Hita “que tanta devoción mostraba a la Virgen”, en palabras del sacerdote, arrancó fuertes aplausos y sacó a relucir una profunda emoción. Algunos romeros estuvieron de acuerdo en que estos cantos serían el aspecto más memorable de esta edición.

Alexandra Tarniceru y Ulises Illan Img/Segoviaudaz

Al término de la eucaristía se nombró, como manda la tradición, a los romeros de mayor y menor edad: un bebé de tres meses, bisnieto de uno de los fundadores de la romería, y un veterano de 88 años, que también fue uno de los pioneros en participar en estas citas.

Entrega del diploma al romero de mayor edad Img/Segoviaudaz

El Libro de buen amor versión Tinder

Y no faltó, por supuesto, la recreación del encuentro entre la Chata y el Arcipreste, este año actualizada al siglo XXI, ya que Tinder fue el nuevo método del encuentro amoroso, en una mezcla de comedia medieval y crítica moderna.

El papel del Arcipreste recayó en Javier Garrido Garrido, presidente de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, por “sus esfuerzos en defensa de la montaña”. La Chata, en cambio, fue interpretada por Yolanda Aguirre Gómez, quien recordó que “Malangosto no es solo un puerto, sino un punto de encuentro””; no solo entre la serrana y el arcipreste, sino también entre todos los romeros llegados desde diversos pueblos de la provincia.

Yolanda anunció durante su discurso de agradecimiento que el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama se ha comprometido a participar más activamente en la celebración y, en su despidida, alzó la voz para decir vivamente: “Viva la sierra, viva Malangosto y que no se nos borre la sonrisa serrana del alma”.

Romería de Malangosto
Recreación del encuentro entre el Arcipreste de Hita y la Chata Img/Segoviaudaz

El punto más dulce de la jornada llegó con el lanzamiento de caramelos al aire, que tan vivamente recogieron todos los presentes.

Comida, río y preocupación por el entorno

Finalizadas todas las actividades programadas por la mañana, llegó el momento de iniciar el descenso, para llevar al Cristo y a la Virgen de nuevo al Chozo.

La jornada continuó en la Fuente del Cambrones, donde los romeros compartieron comida, bebida y conversación junto a las aguas frescas y cristalinas del joven río. Aunque ya no se celebra la paella comunitaria de antaño (una tradición que se perdió tras la declaración del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama), el espíritu de convivencia permanece intacto.

No obstante, muchos romeros lamentaron el progresivo deterioro del entorno de la fuente: “Está más salvaje, hay más maleza y está más descuidado”, comentaba uno de ellos, comentó uno de los asistentes. Algunos apuntaron que los municipios deberían implicarse más en mantener esta zona, tanto por razones ecológicas como por el valor cultural de la celebración.

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Memoria y promesa

Como cada año, también se recordó con emoción a los romeros que ya no están, figuras entrañables que dejaron huella en esta cita y que siguen presentes en conversaciones y discursos.

Por todo ello, la romería de Malangosto es mucho más que una subida a una cima: es una cita con la tradición, con la comunidad y con una versión muy propia del «buen amor». Pero, además, es una promesa: el compromiso de regresar el primer domingo de agosto del próximo año. Porque, mientras haya quien suba a Malangosto, ya sea a pie, en bici o en coche, la encrucijada de la Chata y el Arcipreste seguirá viva, 700 años después.

Romería de Malangosto
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