Declarar Bien de Interés Cultural el lechazo asado de Castilla y León «no sólo ayudaría a preservar esta tradición, sino que también abriría nuevas oportunidades para su promoción en el ámbito nacional e internacional».
«Castilla y León es sinónimo de historia, tradición y sabores auténticos», reseñan. Y, añaden, «entre sus tesoros destaca el lechazo asado al estilo tradicional, un plato que trasciende lo gastronómico para convertirse en símbolo de identidad cultural».
Por ello, consideran que «declarar este manjar y las prácticas que lo rodean como Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial es fundamental para garantizar su preservación frente al paso del tiempo y las transformaciones sociales».
«El lechazo asado no es solo un plato, es un ritual. Desde la elección del cordero lechal, criado en los campos castellano-leoneses, hasta su cocción en hornos de leña de adobe, cada paso está cargado de historia y saberes transmitidos de generación en generación. Este proceso, que utiliza leña de encina o roble para aportar un aroma único, representa una conexión profunda con el entorno y la cultura rural de la región».
Una tradición en riesgo
«La industrialización de la cocina, el cambio en los hábitos de consumo y la falta de relevo generacional amenazan la continuidad de esta tradición. Proteger el lechazo asado como BIC es clave no solo para salvaguardar su valor cultural. Sino también para preservar los conocimientos y prácticas que definen su elaboración, uniendo pasado y presente».
Un patrimonio que une y enriquece
«El lechazo asado es protagonista de celebraciones, festividades y encuentros familiares, fortaleciendo la identidad comunitaria. Además, su reconocimiento como BIC impulsaría su promoción nacional e internacional, abriendo oportunidades para el turismo y fortaleciendo a los ganaderos, productores y restaurantes locales».
Preservar el alma de Castilla y León
«Proteger el lechazo asado al estilo tradicional es más que conservar un plato exquisito; es garantizar que este símbolo cultural siga vivo y siga contando la historia de una tierra única. Su declaración como Bien de Interés Cultural inmaterial es una necesidad para que generaciones futuras sigan disfrutando de este tesoro gastronómico y del alma que representa para Castilla y León».