chimenea de Cuchifre de Lastras de Cuéllar
Img/Jorge Martín-Flick

La chimenea de Cuchifre de Lastras de Cuéllar es una de las señas de identidad del municipio segoviano, desde mediados del pasado siglo XX.

«Inaugurada a finales de los años 40, dentro de la ampliación de la fábrica de Cuchifre, puso a Lastras con sus dos fabricas de resina en la vanguardia de la producción de resinas de la provincia», reseña el portal lastrasdecuellar.net

El origen de la chimenea de Cuchifre

Cuenta el portal web que la chimenea de Cuchifre, de planta octogonal y unos 30 metros de altura, fue construida por maestros valencianos, en concreto la familia Martínez, una saga de constructores de chimeneas. Abelardo Martínez Martínez, uno de los miembros de esta familia, «se estableció entre 1942 y 1950 en Navas de Oro construyendo chimeneas en Segovia capital, Navas de Oro, Zarzuela del Pinar y Lastras de Cuéllar».

En plena posguerra, continúa la historia, «la construcción de la chimenea supuso todo un acontecimiento para los habitantes de Lastras. Los chiquillos acudían a ver cómo aquellos pajarillos asomaban medio cuerpo para poner los ladrillos».

Así, recoge también, Ignacio Sanz escribía en su libro «Tierra de Pinares» las palabra del del tío Pichito sobre su construcción: «Esas chimeneas aguantarán toda la vida, porque los valencianos que vinieron a construirla mezclaban agua, sal y barro. La sal, con el fuego, se funde con el barro y la argamasa dura para siempre».

Construcción de la chimenea

Las chimeneas industriales de ladrillo aparecen a finales del siglo XIX, asociadas a la maquina de vapor. Sus dos misiones principales eran transportar los humos y gases a una altura suficiente para evitar males a humanos plantas y animales y provocar una depresión entre la entrada y la salida de la misma para que la corriente de aire producida favorezca la combustión.

«La chimenea se elevaba con un trabajo desde el interior de la misma», continúa. Se necesitaban cinco personas para su construcción, añade, y el tiempo para levantarla variaba entre el mes y mes y medio.

Pararrayos

La colocación de un pararrayos se hacía imprescindible en este tipo de construcciones. Su montaje ya se inicia mientras se realiza la fábrica de ladrillo, colocando los aisladores entre 1,50 y 2,50 metros, especifican desde la web. Con cada hilada se debía recordar arrastrar el cable para evitar problemas posteriormente. Cuando ya se había construido la boquilla se procedía a la colocación del pararrayos.

En Lastras de Cuéllar convivieron hasta los años 80 dos fabricas de resina, la de Criado y la de los chocolateros, cuyas ruinas se pueden ver a la salida del pueblo en el camino de la lagunas, invitan a visitar desde lastrasdecuellar.net.

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