Foto: Grupo numeroso de buitres negros alimentándose en el muladar monitorizado de El Espinar/Colectivo Azálvaro
El buitre negro resurge en España. Castilla y León cuenta con 585 parejas reproductoras de esta especie, distribuidas en seis núcleos de nidificación, con 21 colonias de reproducción y tres parejas aisladas, según el censo de 2020 recogido en el informe de seguimiento del estado de conservación del ave, que señala que su evolución es «claramente positiva» y su estado de conservación «favorable».
La población reproductora de buitre negro en Castilla y León se distribuye principalmente por el Sistema Central, en las provincias de Segovia, Ávila y Salamanca y, recientemente, se ha instalado en el Sistema Ibérico, en la Sierra de la Demanda en Burgos, según un informe de la Junta de Castilla y León.
Además, en los últimos años se han establecido algunas parejas aisladas en los Arribes del Duero/Douro Internacional, con nidificación en territorio portugués, motivo por el cual no han sido tenidas en cuenta en el citado informe, que ha dado a conocer Europa Press desde fuentes de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente.
Así, de forma concreta, se han controlado 813 plataformas localizadas en Ávila (376), Burgos (18), Salamanca (175) y Segovia (244) y el resultado del censo ha arrojado un resultado de 585 parejas reproductoras, que se distribuyen en seis núcleos de nidificación con 21 colonias de reproducción y tres parejas aisladas.
Desde el punto de vista geográfico, la población reproductora de buitre negro en la Comunidad ocupa las sierras de Guadarrama, Gredos, de Francia, Gata y de la Demanda, con las colonias de reproducción más importantes ubicadas en el Valle de Iruelas (Gredos Macizo Oriental, en Ávila), los pinares de El Espinar y Valsaín (Guadarrama, Segovia) y Quilamas (Sierra de Francia, Salamanca).
Puntos de alimentación específica
La protección de las aves rapaces en España y la puesta en marcha de medidas de gestión como los comederos han favorecido la recuperación de sus poblaciones durante las últimas décadas. Los puntos de alimentación suplementaria (PAS) han asegurado al buitre negro alimento predecible y limpio, contribuyendo de esta manera a una mayor tasa de supervivencia.
En este contexto, la entidad conservacionista Colectivo Azálvaro promovió la puesta en marcha de una red equilibrada de varios comederos en la provincia de Segovia, gracias a los acuerdos con diferentes ayuntamientos, ubicados en los municipios de Cantimpalos, Sangarcía, Abades y El Espinar, este último enmarcado en un proyecto de investigación y conservación de la biodiversidad de Enel Green Power España (EGPE), e incluidos total o parcialmente en red Natura 2000, y afectados con la figura de Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA, Campo Azálvaro-Pinares de Peguerinos, Sierra de Guadarrama y Valles del Voltoya y el Zorita), y que constituyen importantes áreas de campeo y alimentación para el buitre negro, presentando al mismo tiempo grandes núcleos de población reproductora de esta especie, así como zonas de posible recolonización, Rascafría-Valsaín-El Espinar, con sus colonias perimetrales.
En la actualidad los cinco PAS son gestionados y mantenidos por personal del Colectivo Azálvaro, funcionando durante todo el año y realizando aportes de comida cada 10 o 15 días, donde se trabaja en red para mejorar la funcionalidad de los PAS, al ser menos predecibles y estar distribuidos en varios lugares de la provincia. Su uso por parte de las aves necrófagas se controla mediante cámaras de fototrampeo u observaciones visuales durante los aportes. La comida proviene de diferentes explotaciones municipales y sigue una estricta trazabilidad, con un aporte autorizado para todos los PAS por la propia Dirección General del Medio Natural de la Consejería de Medio Ambiente, de unos 75.000 kilos anuales, y que principalmente se abastece de la granja avícola Huevos Velasco, un ejemplo de inclusión de la conservación y gestión de la biodiversidad en el sector empresarial segoviano.
Durante los últimos años se han consolidado como lugares que aseguran alimento predecible y limpio para las aves necrófagas de interés comunitario, en el marco del Decreto 17/2013, de 16 de mayo, por el que se desarrolla en Castilla y León el uso de determinados subproductos animales no destinados al consumo humano para la alimentación de especies necrófagas de interés comunitario, contribuyendo de esta manera, junto al resto de los comederos, a aumentar su tasa de supervivencia.
En resumen, la gestión realizada a lo largo de más de 10 años de estudio ha dado como resultado un incremento de la presencia del Buitre negro como especie objetivo en la citada red de comederos, interpretado a tenor del programa específico de alimentación llevado a cabo con el depósito de “gallináceas”, y se ha revelado como un método eficaz, mostrado una elevada plasticidad ecológica en relación a la explotación de este recurso alimenticio, favoreciendo así los parámetros de productividad y éxito reproductor de los efectivos presentes de las colonias cercanas de la Sierra de Guadarrama, cuantificando más de 70 ejemplares juntos alimentándose, evitando a la vez los posibles efectos negativos de los muladares, como los fenómenos de competencia interespecifica, especialmente con el buitre leonado, su gran competidor.
En Segovia, con valores máximos de éxito reproductor
Por provincias, la mayor población reproductora se encuentra en Ávila, donde hay 273 parejas (el 46,7 por ciento de la población de Castilla y León), seguida por Segovia con 193 (33 por ciento), Salamanca con 113 (19,3) y Burgos con seis parejas (el 1 por ciento).
El informe detalla los parámetros reproductores de estas parejas, para cuyo cálculo se han utilizado los datos de las 577 parejas a las que se ha realizado un seguimiento completo de la reproducción (el 98,6 por ciento de las detectadas) y, de ellas, 499 iniciaron la incubación (el 86,5 por ciento) y 333 tuvieron éxito (57,7) frente a 244 que fracasaron (el 42,3 por ciento).
La productividad se ha calculado en 0,58 pollos por pareja y el éxito reproductor en 0,67 pollos por cada una que inician la incubación. Por provincias, en Ávila se obtuvo un valor de productividad de 0,62 y en Segovia de 0,67, mientras que en Salamanca desciende hasta el 0,35 y en la población recientemente introducida en Burgos ninguna de las parejas tuvo éxito.
Los parámetros reproductores, indica el informe, muestran notables diferencias entre núcleos, con una productividad media más elevada en las colonias de Guadarrama (0,66 pollos por pareja) y Gredos Macizo Oriental (0,67), mientras que los valores más reducidos se detectan en la Sierra de Francia, con apenas 0,34. En cuanto al éxito reproductor, los mayores resultados se obtienen en Guadarrama, con 0,81 pollos por cada pareja que inicia la incubación, y las cifras más bajas en Sierra de Gata con 0,5 y Sierra de Francia con 0,45.
En los últimos 20 años (2000 a 2020) la productividad del buitre negro en Castilla y León, de acuerdo con los censos realizados, presenta un valor medio en torno a 0,6 pollos por pareja, con unos valores máximos de 0,65 y 0,64 obtenidos en 2017 y 2019, respectivamente, y unos mínimos de 0,55 en el años 2018 y 0,56 en 2006.
Por provincias, la productividad de 2020 en Segovia mantiene valores similares o ligeramente superiores a los obtenidos en censos anteriores, mientras que en Salamanca se produce un «importante» descenso con respecto a los datos de 2019, algo que se confirma la tendencia general observada desde 2000. En Ávila se detecta un ligero descenso respecto a los valores de entre 2017 y 2019.
De manera similar, apunta el informe, los valores de éxito reproductor son máximos en Segovia y con tendencia positiva desde 2018, mientras que son mínimos en Salamanca, donde descienden de forma paulatina desde 2000, cuando se duplicaban los valores actuales.
Nidos sobre pinos, principalmente
Por otro lado, el informe analiza el sustrato de nidificación identificado en 574 plataformas, de las que el 84,8 por ciento se encontraban en distintas especies de pino, la más frecuente de ellas el pino silvestre (34,7 por ciento) seguida del resinero (28,1) y el negral (17,2 por ciento).
Por su parte, un 12,2 por ciento lo hace en quercíneas, principalmente en encina (12 por ciento) y solo un nido en alcornoque, mientras que 17 parejas se localizaron en enebro rojo. El informe explica que el empleo de un tipo u otro de sustrato de nidificación está fundamentalmente condicionado por las especies predominantes en cada provincia.
De esta forma, en Segovia la mayor parte ubican sus plataformas en pino silvestre y una pareja en pino resinero, mientras que en Ávila la mayoría de las plataformas se ubican en pino resinero y negral y es más testimonial en silvestre, piñonero, encina y enebro. En Salamanca se ubican en encina, pino resinero, enebro y, de forma ocasional, en alcornoque. En Burgos, cuatro de los seis nidos ocupados son artificiales y dos naturales, en ambos casos situados sobre pino silvestre.
El estudio pone de manifiesto que las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) albergaron el pasado año 530 parejas, lo que supone un 90,6 por ciento del total de parejas reproductoras, de manera que sólo 55 quedarían fuera de esta figura de protección. Destacan la ZEPA de Sierra de Guadarrama en Segovia con 192 parejas, seguida de la de Valle de Iruelas en Ávila con 173 y, con valores más bajos, Quilamas, con 85.
El informe incide en que la evolución de la población en las área de la red ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) en esta comunidad autónoma ha sido «muy positiva» en las últimas dos décadas, al pasarse de 221 parejas en 2000 a 530 en 2020.
Una de las conclusiones es que la evolución de la población reproductora de buitre negro en la Comunidad en las últimas dos décadas es «claramente positiva» con el incremento de parejas en la mayor parte de las colonias y la recolonización de áreas de reproducción «históricas».
A pesar de la tendencia general positiva, entre 2018 y 2019 se detectó un ligero descenso en el número de parejas (de 495 a 483), aunque en 2020 se detecta una tendencia positiva en todos los núcleos de población excepto en la Sierra de Gata, donde se mantiene estable desde 2017. Destaca el aumento en términos relativos en Sierra de Francia, donde ha aumentado un 40 por ciento (de 72 parejas en 2019 a 101 en 2020), mientras que en términos absolutos destaca el incremento de 51 en Guadarrama (de 143 en 2019 a 194 en 2020).
La tendencia a largo plazo es positiva en todas las provincias si se comparan los resultados de los censos, con una clara tendencia ascendente en Ávila, una más estable en Salamanca y un incremento en Segovia hasta 2017 que ha seguido de un descenso en 2018 y un «fuerte» repunte en 2020 (de 140 parejas en 2019 a 193).
El informe concluye que la especie en Castilla y León sigue manteniendo un estado de conservación «favorable» con tendencia «mejorando».