El Archivo Histórico Provincial de la Junta de Castilla y León en Segovia ha seleccionado como ‘tesoro oculto’ del mes de abril una serie de litografías a color o cromolitografías diseñadas por el grabador Alejandro Casas Mozos. La colección data de finales del siglo XIX y principios del XX.

En concreto estas piezas de Casas Mozos, al que se considera uno de los últimos cromolitógrafos europeos, están fechadas entre 1897 y 1948. Su obra se compone principalmente de grabados de esquelas, poemas orlados, folletos o postales dibujadas. Sus herederos dejaron en depósito sus creaciones en el Archivo. El artista nació en Turégano y desarrolló su carrera en Coruña, donde fundó su propia imprenta artística.

Las obras que se exponen están realizadas con una minuciosa técnica cromolitográfica en la que para cada color debe usarse una piedra distinta y el papel tiene que pasar por la prensa de imprimir tantas veces como tintas distintas se utilicen en el proceso de creación. En los carteles impresos mediante este sistema se utilizaban veinte o más tintas, por lo que su realización requería un trabajo meticuloso y paciente. El arte de la cromolitografía alcanzó su cima durante el siglo XIX.

El Archivo Histórico de Segovia está abierto en horario de mañana de lunes a viernes de 9.00 a 14.30 horas, y por la tarde se puede visitar los lunes y martes de 16.30 a 19.00 horas.

Cromolitografía y litografía

La cromolitografía es un método surgido de las técnicas del grabado litográfico donde los dibujos se graban en color lográndose un aspecto similar al de la pintura. Está técnica fue desarrollada por el impresor franco-alemán Godefroy Engelman de Mulhouse, en 1837, dos años antes de su muerte. La litografía, por su parte, es la base de la cromolitografía y consiste en un procedimiento de impresión que traza un dibujo, un texto o una fotografía en una piedra calcárea o una plancha metálica. Su creador fue el  alemán Aloys Senefelder a finales del siglo XVIII.

Los carteles impresos mediante este sistema fueron muy frecuentes en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. Entre ellos destacan los que anunciaban las corridas de toros, los de las Semana Santa y los diseñados durante la Guerra Civil española. En una imagen litográfica las letras no pueden ser retiradas y reutilizadas en otro sitio: son únicas y precisan redibujarse, o copiarse, para cada uso. El litógrafo podía reproducir una imagen única dibujada, combinando texto e imagen en complicadas disposiciones formales del color.

La mejora en los métodos del fotograbado (el grabado de una imagen fotográfica en una plancha metálica recubierta con una capa sensible y «mordida» después con ácido, obteniéndose así una imagen impresora en relieve) amenazó la supervivencia de la litografía, conduciendo a su progresivo declive a partir de 1890, desapareciendo casi por completo en la década de 1940.