El Torreón de Lozoya acoge  la exposición ‘Naturalezas Vivas’, del pintor gallego Rafael Cidoncha, como una de las muestras enmarcadas dentro del programa del Hay Festival Segovia. Se trata de una veintena de cuadros pertenecientes a la serie realizada en la ciudad de Marraquech, con textos de Bernard – Henry Lèvy, entre los que se encuentran retratos, paisajes y vistas urbanas y de la casa del filósofo francés. Todos ellos son óleos sobre lienzos realizados desde 2002 y en los que se muestran retratos de gente, habitantes de la ciudad magrebí y anónima, pero a la que con sus trazos llenos de luz y sinceridad, les pone nombre propio; retratos también de escritores y periodistas franceses como Laurent Dispot o Gilles Hertzog, así como de la cantante y actriz francesa Arielle Dombasle.

Asimismo, Cidoncha, en esta exposición, no pierde la oportunidad de que el público asista a la contemplación de una gran cantidad de paisajes singulares que veía desde su terraza o de palacios a los que entró o de parajes que contempló. Desde una planta de aloe hasta un banano, así como las vistas de lugares como piscinas, salones, comedores y un sinfín de construcciones arquitectónicas como los arcos y las columnas del Gran Ryad.

El filósofo francés Bernard-Henri Lèvy se ha encargado de realizar la simbiosis entre la palabra y la imagen, pues es quien ha puesto voz a los cuadros de Cidoncha en esta exposición. “Sus lienzos hablan. Hay pintores que deslumbran. Cidoncha, más bien, nos aturde”, describe Lèvy. Y en relación a su exposición: “No es una exposición, es una novela. No es una sucesión de lienzos, es una comedia humana, un relato mudo, una saga”.

Y, justo lo contrario que hacían antiguamente los pintores de naturalezas muertas en las que debían mezclar la magia con los paisajes, dejando siempre un halo de misterio para quienes se atrevían a presenciarlo, Cidoncha rompe con todo ello y se reinventa a sí mismo. O, como dice el filósofo francés: “Cidoncha pinta verduras ateas. Bosques vacíos y festines desnudos. Ofrece hojas de bananos que son hojas de bananos. Suelos de cerámica cuya alma cabe, enteramente, en la pincelada compacta, ceñida, del color que los compone y los colma. Pinta flores, hermosas como los tulipanes de Kant, completas, porque cortadas sin fin, formas perfectas y que ya no se marchitarán”.

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