Patrimonio Nacional quiere sacar 660 gamos y 50 ciervos de Riofrío durante la próxima campaña para detener la degradación del bosque segoviano de la Corona. Si cumple el nuevo objetivo se quedará con unos 150 ejemplares, menos de una quinta parte de la cabaña actual.

El ciclo se repite desde hace tiempo: tras la berrea y la ronca, una vez terminada la época de celo de ciervos y gamos, llega el destierro de muchos de ellos entre los últimos meses de un año y los primeros del siguiente. Hace apenas un lustro había más de 1.200 ungulados, frente a los 860 de ahora, pero hasta la fecha no se había barajado una reducción tan abultada en una sola temporada como la que se prevé para la próxima.

El plan cinegético 2013-2017, ajustado a la normativa que establece la Red Natura 2000, contemplaba que el equilibrio ecológico de este notable paraje natural cercado por 10,2 kilómetros de tapia de piedra, pero semiabierto al visitante, requería la salida de 648 ejemplares entre esta campaña y la próxima para mantener una población óptima de 100 gamos y 52 ciervos.

El monte no admite más y para preservarlo, en concreto, se preveía la extracción de 395 gamos y 79 ciervos durante la 2013/14; y 156 y 18, respectivamente, en la 2014/15. Sin embargo, según confirman a Ical fuentes oficiales de Patrimonio Nacional, los resultados no han sido los esperados y en los últimos meses han salido menos de un centenar en total.

La Corona no permite la caza en sus fincas, sólo selectiva, para matar ejemplares enfermos. De hecho, según sostienen los guardas, en estas 640 hectáreas nadie ha pegado un tiro que no fuera furtivo a un cérvido sano desde que en 1968 lo hiciera un adolescente llamado Francis Franco en una jornada de cacería con su abuelo, Francisco Franco.

 

Directos a la cadena alimentaria

La única medida autorizada para controlar la población, por tanto, era la captura de los animales en vivo. Hasta ahora se han vendido a cotos privados de Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura, principalmente, pero «la baja demanda de reses para repoblaciones» registrada en los últimos meses ha limitado la extracción a 50 ciervos y 45 gamos.

Es por ello que, para sortear imprevistos como semejante desplome en las peticiones de las fincas cinegéticas, Patrimonio Nacional ha decidido preparar «un nuevo expediente de aprovechamiento donde se contemple el traslado de reses a centros de procesado para cadena alimentaria». Es decir, directas para su consumo humano.

Con esta medida se dejará de depender exclusivamente de la evolución del mercado cinegético y resultará más fácil acercarse a los objetivos fijados para alcanzar el equilibrio ecológico del paraje. De ahí que el ente público responsable de los bienes de la Corona se aventure a marcar como referencia para la próxima campaña la salida de 710 de los 860 ejemplares que hoy todavía viven en esta idílica finca situada a los pies de la vertiente segoviana de la sierra de Guadarrama, a escasos 10 kilómetros de la capital del acueducto.

«Este último tipo de extracciones», la captura para su venta a centros de procesado, «se realizará sobre los animales de mayor edad o defectuosos y con las debidas garantías y autorizaciones sanitarias», aseguran desde Patrimonio Nacional. Una medida que, insisten, resulta “obligada por la muy escasa demanda ya citada para repoblaciones de otras fincas».

Si la Corona aceptara la actividad cinegética sería más fácil alcanzar el equilibrio ecológico; y además podría elevar sus ingresos, porque un cazador llega a pagar el doble o más por cada pieza que el titular de un coto por la compra de un animal vivo. «Pero aquí no caza ni el rey», tal y como subrayó a Ical el ingeniero forestal responsable del bosque, Juan Fernando Carrascal, durante una visita a este espacio protegido en el comienzo de la última campaña.

 

Una estampa atractiva

Entretanto, mientras la superpoblación de ungulados acelera la degradación ecológica, lo cierto es que el visitante puede disfrutar hoy de una estampa más llamativa que la que se puede presuponer cuando la cabaña del paraje se reduzca a unos 150 ejemplares.

El monte está cerrado casi por completo para el visitante particular, pero Patrimonio Nacional le reserva algo más de tres hectáreas repartidas en dos zonas recreativas que rodean el palacio real y que cuentan con merenderos, una fuente de agua potable y un mirador. Además, los tres kilómetros largos de carretera que unen las entradas con el edificio atraviesan buena parte de la finca y permiten disfrutarlo sin prisa, ya que el tráfico es mínimo y las puertas permanecen abiertas desde las 8 de la mañana hasta la puesta de sol. Camuflados por el silencio y a sorprendente escasa distancia de los reyes del bosque.

La primavera y el verano transcurrirán así con un centenar de ciervos y 760 gamos, aproximadamente; y con parecidas cifras se llegará a la próxima época de celo, que suele comenzar a finales de agosto con la berrea de los primeros y termina con la ronca de los segundos hacia octubre.

Entonces se presentará una nueva oportunidad de escuchar los característicos bramidos resonando en las paredes del palacio real; y con algo de suerte, contemplar los clásicos choques de cuernas en las luchas de los machos por dominar al grupo y hacerse con harenes de hasta ocho y diez hembras. En las últimas temporadas el tiempo no ha acompañado: sin lluvia es más difícil que se pueda observar la bravura deseable.

Pero la próxima época de celo está por verse y, sobre todo, si se cumplen las previsiones, debe ser la última berrea y la última ronca con un número tan alto de cérvidos en este privilegiado paraje real segoviano.

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