La Junta de Castilla y León ha programado mañana martes, 11 de junio, a partir de las 17.30 horas, una visita temática al Museo de Segovia con el título ‘Emiliano Barral en el Museo de Segovia’. De la mano de Susana Vilches, archivera bibliotecaria y responsable de publicaciones, patrimonio artístico y exposiciones de la Diputación de Segovia, el Museo propone un recorrido por sus salas, para acercarse a la figura del escultor Emiliano Barral, nacido en Sepúlveda en 1896. Los visitantes descubrirán a este artista, personaje clave en el panorama cultural de Segovia de principios del siglo XX, y una figura atractiva y de referencia, en directa relación con escritores e intelectuales de su época como Antonio Machado o el ceramista Fernando Arranz.

La visita muestra a Barral a través de las obras que forman parte de la exposición permanente del Museo de Segovia, que es depositario de la donación que realizaron los hermanos Barral, Emiliano y Pedro, y conserva una magnífica galería de retratos (bustos y cabezas) que permiten conocer la evolución del famoso escultor y su trayectoria vital y artística, desde su nacimiento en el seno de una saga de canteros sepulvedanos hasta su partida definitiva a Madrid.

De esta colección forman parte ‘Autorretrato’, caliza de 1934; Isidro Barral (padre), piedra de 1918; ‘Pacecilla’ (o Pacita), yeso patinado de 1918; cabeza de Antonio Machado, yeso de 1920; cabeza de Pablo Iglesias, cemento patinado de 1923; busto de Daniel Zuloaga- Monumento a Zuloaga, escayola patinada de 1924; o ‘Segoviana’ escayola patinada de 1929, entre otras obras.

Aunque sin formación académica, Emiliano Barral pasó de la cantería a la escultura casi sin solución de continuidad. Reconoce que en Sepúlveda empezó a modelar porque allí tenía tierra blanda; era el barro el material de sus juegos infantiles, un material que nunca desdeñó. Fue en el taller de sus comienzos donde se enamoró de la piedra y de la talla directa, aunque aceptando como servidumbre inexorable el vaciado, la saca de puntos y la fundición.

Siendo prácticamente un niño salió de su tierra y marchó a Francia. Allí trabajó de cantero, pero sus ojos se abrieron a la escultura, de Rodin, de Meunier, Mestrovic, Bourdelle, de los modernistas, a la Victoria de Samotracia, que tantas veces interpretó  en sus obras, los capiteles románicos y a la escultura de Notre-Dame.

Aunque ya había intentado ganarse una beca de la Diputación segoviana en 1919, no fue hasta 1925 que lo logra, tras su éxito en el monumento a Daniel Zuloaga. La estancia en Italia, el conocimiento de la obra de Donatello y Miguel Angel dejaron en él un poso perfectamente visible en muchas de sus obras.

Su etapa segoviana termina en 1927, ciudad en la que había compartido el taller de Fernando Arranz, con cuya hermana, Elvira, se casaría ese mismo año, con la compañía de la intelectualidad segoviana –un taller del renacimiento que decía Emiliano-, los Carral, Machado, Zambrano, Álvarez Cerón, Torre Agero, Quintanilla, Grau, Sirval, Tudela, Otero y otros tantos que configuran una época que los especialistas han denominado la Edad de Plata.

En el año de 1929 realiza su primera gran exposición individual en Madrid, con gran éxito. Además, su relación con la alta sociedad madrileña le propina numerosos encargos.

Con esta actividad, abierta a todos los públicos y con entrada libre, el Museo de Segovia, centro gestionado por la Junta de Castilla y León, persigue la difusión y mejor comprensión del patrimonio de la provincia entre los ciudadanos. El centro se abre a todo tipo de colectivos y utiliza la excepcionalidad del espacio museístico para acercar el patrimonio a la sociedad, sensibilizando a personas de cualquier edad sobre la necesidad de conservar, para conocer y comprender, así como para cultivar el interés hacia la cultura.