tesoro por descubrir en Segovia

No está en el centro neurálgico de la ciudad pero sí en un entorno natural increíble, y ahí se encuentra este tesoro por descubrir en Segovia.

Junto al de Yuste, en Cáceres, el Monasterio del Parral, en Segovia,son los únicos monasterios de España todavía regentados por la Orden de los Jerónimos.

Como la propia congregación indica en su web, «la oración de los monjes jerónimos sigue subiendo ante Dios desde el monasterio Santa María del Parral de Segovia».

Santa María del Parral

Es un único espacio único, de gran belleza.

Los diferentes edificios que componen el conjunto están distribuidos en torno a varios claustros de estilos gótico, mudéjar y plateresco. Lo mandó construir el rey Enrique IV de Castilla en el año 1447. En su interior destaca el retablo mayor de la iglesia, realizado en el siglo xvi, obra de Juan Rodríguez y de un conjunto de escultores abulenses de estilo renacentista. El nombre se debe a que en él se venera a la virgen del Parral, escultura románica procedente de un templo anterior.

Hospedería de Santa María de El Parral

La estancia en la hospedería es sólo para varones, no admiten mujeres. Ofrecen la posibilidad de asistir a los actos litúrgicos y compartir comida junto a la comunidad.

Además de eso, los monjes piden «respeto al clima de soledad y silencio y también vestir acorde a un lugar sagrado».

El retablo de El Parral

Una de las piezas más destacadas del Monasterio de Santa María del Parral, en Segovia, es su retablo.

El retablo mayor es la obra más relevante de la iglesia. De hecho, está considerada como el mejor exponente del renacimiento en la provincia de Segovia. Se comenzó a construir en 1528 y trabajaron en él los entalladores Juan Rodríguez y Jerónimo de Pellicer, el pintor Francisco González y el carpintero Blas Hernández todos ellos de Ávila, podemos ver en wikipedia.

El retablo es de madera policromada y está estructurado en tres calles y cuatro cuerpos y el banco ocupando toda la pared. Mediante dos calles subsidiarias se enlaza con los sepulcros de los Villera con los que llega a formar un conjunto armonioso. Fue dorado por Diego de Urbina en 1553. Urbina también pintó la sarga que lo cubría en Semana Santa, actualmente desaparecida.

Se delimita mediante pilastras adornadas con figurillas del santoral y, en el plinto, las figuras de los profetas. La calle central se define mediante balaustres.

La imagen de la Virgen de la Paz en el retablo mayor de la iglesia.

El retablo, como la iglesia, está dedicado a la Santísima Virgen María y en él se narra su vida. En los bancos situados a ambos lados del tabernáculo (hoy en su lugar se halla una imagen de San Jerónimo penitente) se narra la Última Cena y el Lavatorio de los pies. El retablo culmina con una gran chambrana que alberga a la Virgen de la Paz que ocupa el tercer cuerpo, sobre el que se alza un Crucificado, con la Virgen, San Juan y unos ángeles que recogen la sangre de Cristo, cerrando el conjunto un ático con Dios Padre.

En las calles laterales hay escenas de la vida de la virgen, estas son, de abajo arriba y de izquierda a derecha; Nacimiento de la Virgen, Visita a Santa Isabel, la Anunciación, el abrazo ante la Puerta Dorada, la Circuncisión, Pentecostés y la Asunción.

La parte inferior del retablo está constituida por un sotabanco en cuya parte central se ubicaba el altar. El altar fue retirado en 1968 (con el cambio de liturgia realizado por el papa Juan XXIII) y sustituido por emblema de la Orden de los Jerónimos en el centro e historias fabulosas de la vida de San Jerónimo. A los pies se ha instalado una sillería que procede del monasterio de la misma orden de San Pedro de La Ñora en Murcia.

 

*Fotografía procedente de Ical