La Real Fábrica de Cristales de La Granja es un espacio singular y único, en el cual se pueden desarrollar múltiples actividades relacionadas con el mundo del vidrio.
Así, es posible desde visitar el Museo Tecnológico con unas magníficas colecciones de piezas de vidrio, pasando por la demostración real de los trabajos en los hornos, a recibir formación sobre técnicas aplicables sobre el vidrio, o bien a poder adquirir en nuestra tienda un juego de copas o de vasos hechos en la Real Fábrica de Cristales.
Todo esto con el objeto fundacional de mantener el edificio, las colecciones de piezas, y el oficio vidriero, como único sitio de referencia en España, en el sector del vidrio artesanal.
Sus orígenes
La Real Fábrica se construyó con la llegada de la dinastía de los Borbones a España en 1727, siendo rey de España Felipe V. Se enmarca dentro del reformismo borbónico cuyo principal objetivo era reducir la importación de objetos y fomentar y proteger la industria nacional.
«Con estos mismos objetivos se establecieron una serie de manufacturas protegidas y financiadas por la Corona: Real Fábrica de Cristales de La Granja, de Tapices de Santa Bárbara, de Porcelana del Buen Retiro, etc., en las que se invirtieron cuantiosas sumas asignadas a su costoso mantenimiento y a la adquisición de tecnología y personal especializado extranjero», explica en su web la Real Fábrica de Cristales de La Granja.
«El principal objetivo de estas manufacturas era abastecer de objetos suntuarios los Palacios y residencias reales de forma que pudiera emularse el lujo de los Palacios de la Corte europea sin necesidad de recurrir a costosas importaciones. Nunca se escatimaron esfuerzos ni dispendios económicos si éstos iban orientados a incrementar la calidad o a disminuir los costes de manufacturación.
En esta prestigiosa manufactura se dieron cita los avances tecnológicos y artísticos más relevantes y ambiciosos de toda la Europa ilustrada, se utilizaron máquinas hidráulicas accionadas por grandes norias giratorias que daban movimiento a telares de pulidores y raspadores para desbastar las lunas de vidrio, máquinas que agilizaban los acabados de las piezas, ajustando tapones, quitando puntiles o realizando roscas; es decir, una verdadera tecnología punta, a la altura de los países vidrieros más avanzados del momento», concluye.
A día de hoy, mantiene la técnica de hace 300 años de vidrio soplado, ya Patrimonio Cultura Inmaterial, y es seña de identidad del Real Sitio.
Puedes ver el artículo de National Geographic aquí.