Mucha es la polémica que se ha formado en las últimas semanas sobre El Juego del Calamar, la tan nombrada serie de Netflix que está causando furor entre los jóvenes y, aún más, entre los niños. La clave de su éxito entre este público es, probablemente, su estética. La ambientación de determinadas escenas en juegos infantiles, coloridos y aparentemente alegres, la hacen especialmente atractiva para los más jóvenes.

Sin embargo, el trasfondo de la serie es una crítica a la sociedad capitalista donde todo vale a fin de conseguir ciertos objetivos económicos. La muerte incluída. Este mensaje, el de la crítica al capitalismo, en general, queda en un segundo o tercer plano para la mayoría de los jóvenes telespectadores. Pero la muerte… eso resuena en los cerebros de cualquier espectador como queda patente en los juegos que muchos colegios y familias han denunciado.

Desde hace tiempo y desde distintos sectores se está pidiendo la prohibición de la serie por su contenido violento y, en determinadas esferas se cuestiona no sólo si es apta para niños (que por supuesto no lo es, la propia calificación de Netflix la sitúa para mayores de 16 años), sino también para jóvenes e incluso para adultos. «¿Hay necesidad de ver ciertas escenas de alto contenido violento por muy adulto que seas?», se preguntan algunos en las redes sociales y por supuesto se ha abordado el tema de la mano de profesionales de la psicología. Pero el juego continúa, aunque sin incidentes, entre los niños segovianos y, por tanto, hay que mantenerse alerta:

El Juego del Calamar en los patios de los colegios

Pero más allá de estas cuestiones que abren un amplio debate, con multitud de aristas, lo que parece evidente es que los juegos que muestra la serie se han quedado ya en los parques y patios de los colegios, también en los segovianos, aunque pocos padres se muestran preocupados porque contengan una violencia o agresividad especial, como sí ha ocurrido en otros lugares de España.

Entre los padres preguntados de distintos colegios segovianos, la mayoría, de distintos cursos de primaria, aseguran que sus hijos juegan a una especie de escondite inglés donde si te ven moverte no vuelves atrás, sino que caes al suelo como si te hubiera matado, pero donde nadie sale herido. Al principio, aseguran, sí se daban «un guantazo», pero los profesores en seguida les dijeron que si jugaban así no podían jugar y cambiaron el sistema, sin mayor problema por parte de los más pequeños.

Lo importante, coindicen en estos grupo de padres y madres, no es a qué juegan los niños. ni en qué serie se inspiran, sino si están viendo contenido demasiado violento y trasladándolo a su vida real; es decir, si confunden una esfera con la otra. Al parecer, esto no está pasando, por ahora, entre niños y jóvenes.

Lo mismo ha confirmado a Segoviaudaz la Delegación Provincial de Educación de Segovia, quien ha indicado que, aunque algunos colegios sí tomaron medidas en cuanto a los disfraces de Halloween con esta temática, a nivel formal no se ha emitido ningún escrito específico desde los centros segovianos alertando de incidencia alguna. De hecho, confirman que los colegios cuentan con sus propias directrices en los planes de convivencia de cada centro en el caso de que se llegara a producir alguna anomalía.

Los padres no controlan lo que ven sus hijos, ¿o sí?

El debate en general ya no es tanto si los niños deben o no jugar emulando escenas de El Juego de el Calamar, sino si estamos controlando los adultos de manera adecuada el contenido que consumen los niños. ¿Conocen las familias los controles parentales y los utilizan? Muchas familias confían en sus hijos cuando utilizan los dispositivos electrónicos y ahí es cuando las cosas se pueden ir de las manos.

Muchos padres consideran que controlar absolutamente todo lo que ven los niños en las tabletas es imposible, especialmente cuando gran parte de los deberes deben hacerlos utilizando la tablet y los padres no saben si están con los deberes o haciendo otras cosas. «Luego te encuentras la sorpresa cuando abres Netflix y ves lo que han estado haciendo, pero ya es tarde, claro», comenta una madre del grupo entrevistado. Otros padres lo restan importancia: «yo creo que muy pocos niños han visto la serie, pero juegan a un juego nuevo que llaman El Juego del Calamar, sin más».

Sea como fuere, lo cierto es que el juego ha llegado para quedarse y, aunque si la cosa no va a mayores se irá diluyendo con el tiempo, la popularidad de la serie ha llegado a nuestros peques… ¡y de qué manera!