“Desde que permiten entrar a los clientes al interior, muchos aún se quedan fuera si hay terraza para no amontonarse”. Celia, encargada de la cafetería Erchus, junto a la Plaza de San Pablo de Valladolid, atiende a sus clientes más habituales, quienes con la confianza de quien la ve a diario, la piden un café con churros, una de las especialidades de uno de los establecimientos más tradicionales de la capital, donde el desayuno es una cuestión cultural.
Castilla y León inaugura hoy la nueva situación de ‘riesgo controlado’, que conlleva la eliminación de aforos en hostelería, una situación que los propietarios confían en que relance el sector. El tintineo que la cucharilla de café provoca al golpear con la taza se multiplica y se mezcla con las conversaciones y con los programas televisivos matinales de fondo y la catástrofe volcánica en La Palma. Ese sonido, a veces instrumental, que se apodera del interior de los bares y que se ha dejado notar hoy más que en las últimas semanas.
Celia reconoce que a pesar de que se están levantando las restricciones la gente prefiere muchas veces quedarse fuera para no aglutinarse dentro, quizás “por temor”. Señala que abren a las 6.45 horas desde que empezó la pandemia, tres cuartos de hora más tarde de lo que antes era habitual, una hora temprana porque la mayor parte de quienes entran, lo hacen para tomar un café rápido antes de trabajar.
A Celia la pandemia le cayó en medio de una remodelación de su establecimiento, algo que por otra parte no vio tan mal, pues adaptó el espacio y lo hizo “más amable, más liviano, más claro y respetando a los clientes de toda la vida, que querían venir a su bar de siempre”. “Esos nunca los perdimos. Ahora, hemos ganado con la apertura de las barras la semana pasad. Confió en que a partir de ahora se impulse la llegada de gente”, asevera, mientras entra una pareja de turista.
Justo enfrente a la Biblioteca de Castilla y León se encuentra el Book Café House, que regenta la ucraniana Ana Beryachenko, quien cree que la supresión de aforos desde este martes “no se ha notado”, algo que achaca a que es un “bar grande”. “Lo que sí se notó fue la barra. La gente quiere consumir en barra su café rápido y marcharse”, señala a Ical. Lamenta que la pandemia la obligó a cerrar otro bar en el barrio de La Rubia y maldice la mala suerte de haber tenido que cerrar durante dos Semana Santas estando al lado de dos iglesias en Valladolid y en frente de la biblioteca.
Apela a la “necesidad” de que pronto eliminan la obligatoriedad del uso de la mascarilla en interiores, que en muchos casos “impide hablar a los clientes y conversar; y agota a los camareros”.
Sin cambios en Burgos
La medida que ha entrado hoy en vigor ha pasado desapercibida en los establecimientos de hostelería de Burgos. Ni propietarios ni clientes han notado este cambio normativo ya que a primera hora la situación que se vivía en los bares y cafeterías de la capital era la misma que la de días anteriores.
En concreto, en el entorno de la Plaza de España, en el centro de la capital, varias personas disfrutaban de un café en las mesas de terraza de uno de ellos mientras en su interior dos personas hacían lo mismo en la barra. En otro de ellos, también en plaza de España, otras tantas personas disfrutaban de su café de pie en la barra mientras leían el periódico. Los diez grados de temperatura que marcaba el termómetro a las nueve y media de la mañana no invitaban a ocupar las mesas de terraza. Muy cerca de allí, en la avenida del Cid, otra conocida cafetería, la mañana avanzaba de igual manera que ayer. Varias personas ocupando las mesas del interior disfrutando de un café con leche acompañado de tostadas. En la barra, otros cinco clientes disfrutando del almuerzo matutino.
El ritmo de la barra
El café, los pinchos de tortilla y las cañas regresan a las barras de Palencia. Los desayunos y el famoso vermú vuelven al interior de los bares con la nueva normalidad y los establecimientos hosteleros respiran tras meses y meses de restricciones y medidas a medio gas. “Los palentinos no están reaccionando mal y comienzan a consumir en el interior del local, aunque no de la misma forma que antes de la pandemia”, afirma en declaraciones a la agencia Ical Jorge, el dueño del Bar Bariloche de la capital.
Asegura que la barra ha cogido ritmo, en mayor medida para aquellos clientes que son más de alternar en los bares, quien reconoce que, en su caso, la parte de restauración y comedor se cifra en un crecimiento medio alto. “No nos podemos quejar de la afluencia y esperemos que no vaya a peor”, aclaró el hostelero palentino afincado en el paseo San José Obrero.
“Está volviendo la gente de una consumición rápida en la barra y marcharse, porque había desaparecido con las anteriores restricciones”. El responsable del bar Javi, ubicado en la calle Mayor Antigua, señala que la situación se está normalizando, lo que hace que se pueda trabajar mucho mejor.
Aun así, aclara que hay clientes que todavía son reacios a consumir o comer en el interior, pesa a vivir en una ciudad fría como Palencia. “Muchas personas llaman para reservar y lo primero que preguntan es si hay disponibilidad de terraza exterior”, asevera Javier a Ical.