alfarero de un pequeño pueblo de Segovia

Juan Carlos Martín Arribas, alfarero de un pequeño pueblo de Segovia, ha conseguido el Premio Nacional de Cerámica en la modalidad de Cerámica Tradicional.

No en vano, Juan Carlos es el último alfarero tradicional de la provincia de Segovia, en Fresno de Cantespino, y conserva el testigo como octava generación de alfareros en su familia.

alfarero de un pequeño pueblo de Segovia

Esta modalidad reconoce «a la persona o empresa responsable de una destacada trayectoria en producción de cerámica o alfarería tradicional, valorando especialmente la fidelidad a las técnicas y formas antiguas o bien una evolución de las mismas que respete los valores de la cerámica o alfarería tradicional».

La entrega de galardones de los X Premios Nacionales de Cerámica tuvo lugar el pasado 31 de mayo en Granada.

alfarero de un pequeño pueblo de Segovia

Juan Carlos Martín dedicó el premio a su padre y maestro Sebastián Martín, recientemente fallecido, a su familia y a todas aquellas personas que le continúan apoyando en el mantenimiento y divulgación de la alfarería tradicional.

Un pueblo de Segovia con tradición alfarera

Fresno de Cantespino es un pequeño pueblo ubicado en la comarca nordeste de Segovia que posee una importante tradición en torno a la alfarería.

alfarero de un pequeño pueblo de SegoviaLos primeros datos que se conocen referentes a la ubicación de la alfarería en Fresno de Cantespino nos remontan al siglo XVIII, concretamente al año 1.752, explica en su web Alfarería Martín.

En una segunda ordenación territorial, mitad del siglo XIX, el pueblo vuelve a resurgir según una estadística de 14 de Diciembre de 1.862. Entonces, apuntaba que había cinco telares de lanzadera a mano, una industria de cacharros y otras varias de tejas y baldosas.

Sin embargo, el apogeo de la alfarería se alcanza el pasado siglo XX. Concretamente, en los años 1.945 al 1.955 en los cuales cinco familias trabajaban los cacharros y había un total de dieciséis alfareros.

En los años posteriores la actividad dio un vuelco repentino con la aparición de las vasijas de plástico, la incorporación del agua corriente en las casas, y las alfarerías fueron desapareciendo. La gran mayoría de los alfareros emigró a los grandes núcleos urbanos, y en el año 1965 únicamente quedaron dos alfareros los cuales compaginaban la alfarería con otras actividades, como la agricultura y la ganadería.

En los años 1971 al 1973 la alfarería volvió a resurgir. Actualmente, la actividad es sostenida por Juan Carlos Martín que mantiene en Fresno de Cantespino una tradición familiar que no debe olvidarse.

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