● De las 35 compañías que hubieran formado parte de esta edición, el equipo del festival ha podido mantener un número importante, que estarán en Segovia en los espacios ya concedidos por el Ayuntamiento para un festival de esta envergadura y calado social
● Titirimundi gozará de su labor social fuera de programa, y de una gira que al menos podrá llevarse a cabo por varias ciudades españolas y, gracias a la Diputación, por 50 pueblos de Segovia. Además, talleres, y palabras para soñar y guardar en los bolsillos y sueños para dejar volar y alimentar el alma en estos tiempos de incertidumbre
«A punto de imprimir el programa y con todo preparado, el estado de alarma nos ha obligado a pararnos vital y profesionalmente a todos y hemos querido ser cautelosos considerando que nuestro festival se celebraba en mayo en Segovia y que la gira por distintos lugares de España se produciría desde abril hasta junio. Por prudencia y coherencia con todo lo que ocurre, hemos decidido aplazar el festival a la semana del 21 de septiembre». Así lo explica la directora de Titirimundi, Marián Palma, que desde entonces no ha parado de trabajar junto con su equipo para buscar otra fecha posible e intentar hablar con las 35 compañías de más de 14 países que componían el programa de esta edición, y también con los patrocinadores, especialmente con el Ayuntamiento de Segovia y la Fundación Siglo de la Junta de Castilla y León.
La 34 edición de Titirimundi se hubiera celebrado del 12 al 17 de mayo en Segovia, con una presentación oficial el 3 de abril y el comienzo de venta de entradas el 14.
«Deshacer para volver a hacer». Con esta frase describe Marián Palma esta 34 edición aplazada a septiembre. Porque volver a cuadrar espacios considerando los eventos que hay en Segovia, conocer si, repentinamente, las compañías están libres meses más tarde de lo previsto, contando con sus giras por el mundo, no es labor nada fácil. Sobre todo cuando la siguiente edición de Titirimundi se empieza a preparar al término de la anterior, ya en junio. «Este año, además, íbamos muy adelantados y con todo muy ordenado y establecido desde hace unos meses», comenta Marián Palma, que ha logrado, por el momento, poder salvar a un elevado número de compañías contratadas y que el Ayuntamiento de Segovia conceda cada uno de los espacios elegidos para un festival de esta envergadura e importancia a nivel internacional. «Las compañías han respondido muy bien, muy rápido y, tal y como caracteriza a este gremio, dispuestas, cercanas, con muchas ganas de si no es posible este año, que sea el siguiente y que puedan estar en Titirimundi, un referente a nivel internacional y un festival muy querido por todos los titiriteros», añade.
Respecto a la gira y los 50 pueblos de Segovia a los que llega Titirimundi gracias al convenio firmado con la Diputación, podrá mantenerse en septiembre. También se está trabajando en la gira por las 14 ciudades españolas que estaban ya contratadas, para que al menos se mantenga al 50%, así como con los talleres que forman parte del festival y la labor social de Titirimundi, siempre fuera de programa y dirigida a un colectivo delicado que no puede acercarse a los espacios habituales: como la planta de tratamientos crónicos de pediatría de un hospital, residencias de ancianos, centros penitenciarios, centros de atención de personas con discapacidades psíquicas y físicas, etc., donde los títeres alientan e impulsan en su labor terapéutica y emocional.
«Y después, veremos qué ocurre en septiembre. Si algo sabemos los que estamos cerca de los verdaderos titiriteros, en el sentido estricto del término -un teatro que difundimos tal y como es nuestra labor-, es que el arte y la vida van unidos, que lo uno apenas existe sin lo otro, y que vivimos en una continua incertidumbre, donde nada es controlable. Por lo tanto, nos tenemos que adaptar como mejor podamos», explica Palma, haciendo alusión a esa máxima que conocía bien Julio Michel: vivir en presente.
El Festival Internacional de Teatro de Títeres de Segovia Titirimundi es un festival único en el mundo gracias a sus características, en el que «tocar la luna» con las manos y «guardar las palabras en el bolsillo» no es una quimera. Titirimundi espera cumplir, aunque de un modo diferente, 34 ediciones con el espíritu que su artífice –y su director durante 31, el impulsor del arte del teatro de títeres en España, Julio Michel–, imprimió: celebrar un festival como se celebra la Vida, volviendo a su esencia, pasando «no de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero», que diría María Zambrano. Todo a través de un mundo fantástico, ese con el que, alguna vez, hemos soñado. Titirimundi es una fiesta de los sentidos, «la irrupción de lo maravilloso en la vida cotidiana», que decía Michel. Un festival de un género que es «el espectáculo del mundo mismo, más verdadero que la verdad», según Ionesco, con su capacidad para transmitir las emociones humanas y descubrir las huellas de la eternidad de una forma infinitamente simplificada, caricaturizada, conmovedora. Así es el arte del teatro de títeres, y así lo difunde y defiende Titirimundi, con espectáculos exclusivamente para adultos, o para público infantil y familiar, y con la heterogeneidad de los montajes de guante, hilos, varilla, sombras, teatro de objetos y fusión de distintas artes. Porque «el títere ha sido siempre y es un compañero de viaje».