El 34 Festival Internacional de Teatro de Títeres de Segovia Titirimundi, que se ha desarrollado desde el 22 hasta el 27 de septiembre, ha terminado con un balance de un 96% de entradas vendidas de las 3.302 puestas a la venta en 89 funciones desarrolladas por 21 compañías en patios, jardines y salas de interior.
Esta edición de Titirimundi ha sido especial y diferente, ya que por primera vez en sus 34 ediciones, no se ha podido disfrutar de espectáculos de calle ni de campañas escolares presenciales. “Se han podido experimentar emociones a flor de piel en un festival deseado, demostrando la validez del trabajo y la idea de que, con la información clara y transmitiéndola al público, es posible llevar a cabo un festival de esta importancia sin incidencias y con el disfrute de los espectadores”, apunta la directora de Titirimundi, Marián Palma.
“Un festival condensado pero de diez”, subraya, con pequeñas joyas de teatro en pequeño formato para cumplir la normativa de la COVID-19 en cuanto a aforos y detalles de seguridad tanto fuera como dentro del escenario, donde también se ha desarrollado otro protocolo sanitario a nivel artístico y técnico para guardar la distancia interpersonal.
Titirimundi este año ha tenido un elemento artístico más acorde con el momento, y se han diseñado para esta edición particular unos taburetes colocados a la entrada de cada espacio y pintados por José Luis López Saura con cuatro instrucciones básicas pero fundamentales para el buen desarrollo de las actividades y que servían a la vez para colocar el gel hidroalcohólico y demás elementos puestos a disposición del público.
Aunque algunos días han amenazado las nubes, la meteorología ha permitido desarrollar las funciones sin incidencia.
48 Voluntarios, de los que el 80% eran nuevos, y que han dado el 200% de su entusiasmo, ya han mostrado su deseo de poder participar en futuras ediciones.
El espíritu de Titirimundi ha fluido entre público, artistas y equipo. “Sin contacto y a distancia se han podido mantener los lazos. Porque Titirimundi es justo eso, lo que no es posible, un abrazo gigante que se ha mantenido con gestos de cariño inventados y una unión que es una de las bases del festival”, afirma Marián Palma.