El jurado del Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma, que cumple este año su trigésima edición ha seleccionado a los 12 finalistas de entre los 1.757 poemarios recibidos en esta convocatoria anual organizada por la Diputación Provincial de Segovia.

El aplazamiento de la fecha de recepción de ejemplares ha permitido también que la pandemia se cuele por momentos en la poesía y que, en algunos poemarios con acento castellano, se deje notar “mucha inquietud social y preocupación por la situación”, según ha avanzado el coordinador del premio, Gonzalo Santonja.

Entre el dolor, la nostalgia y la reflexión de este año excepcional, la lista de aspirantes a hacerse con el premio está configurada por los títulos ‘Rapsodia para Kristeva’, ‘Marieta Byron y la nostalgia de Sabica’, ‘Versos perdidos en el desván’, ‘Estación infierno’, ‘El pez rojo que nada en el pecho’, ‘El frío corazón de las estatuas’, ‘El fondo del cubo’, ‘Pálida cartago’, ‘Cuando el monarca espera’, ‘Porque todo no puede ser dolor’, ‘Los cantos de Palmira’ y ‘Casi una luz’; todos ellos procedentes de distintos países en los que “se habla, se piensa y se siente en español”, según afirma Santonja, y todos ellos representantes de la pluralidad que, desde sus inicios, se ha dejado sentir en el premio concedido por la institución provincial.

“Son libros muy distintos; hay libros clásicos y con un tono muy sereno y libros muy innovadores, hay libros de todas las tendencias, tanto poéticas e ideológicas”, avanza el coordinador, quien considera que el prestigio del Jaime Gil de Biedma responde a esa capacidad integradora del mismo y también al equilibrio existente entre la tradición y la vanguardia de sus finalistas.

Para el prejurado, presidido por el vicepresidente de la Diputación y titular del Área de Cultura, Juventud y Deportes, José María Bravo, y compuesto por Carlos Cantero, Fermín Herrero, Luz de Frutos, Antonia de Isabel Estrada, Emilio Lázaro como secretario y el propio Gonzalo Santonja, “los doce libros seleccionados son verdaderamente extraordinarios y tienen un nivel de excelencia muy difícil de hacer coincidir en un mismo premio”.

No en vano, la calidad de los mismos y la gran cantidad de poemarios recibidos ha hecho que los escritores Carlos Aganzo, Antonio Colinas y Raquel Lanseros, miembros del jurado, se sumasen de forma altruista al prejurado para ser también lectores de todos los libros enviados.

Cada uno de los 1.757 ejemplares ha sido leído por entre tres y cuatro lectores y fue posible realizar una preselección de un centenar y medio de poemarios de los que, tras la lectura en cierto modo reposada que ha permitido el confinamiento y tras el intercambio de juicios y comentarios, ha sido configurada la lista de doce finalistas. Ahora, el jurado formado por nueve integrantes deberá determinar cuál es el premiado y cuáles los dos afortunados que pasarán a formar parte de la Historia del Premio otorgado por Diputación, al tiempo que pasarán a formar parte de la importante colección de poesía de la editorial Visor.