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Los ‘secretos’ de la patata segoviana quedarán ‘al descubierto’ gracias a la iniciativa de una conocida fábrica de patatas que pone en marcha sendas visitas este mes de junio, los días 4 y 11, para mostrar cómo trabajan, cómo son las instalaciones y «pasar una mañana en Pinarnegrillo visitando nuestros campos, nuestro almacén y los tractores«.

Patatas Tarsa organiza dos jornadas, para las que es necesaria inscripción previa a través de un formulario, para que los consumidores puedan conocer, de primera mano, el itinerario de la patata, desde el campo hasta la mesa.

La entrada para los niños es gratis, y el precio es de 5 euros para los adultos, e incluye la visita a las instalaciones, la maquinaria y el campo, y, además, un pincho de tortilla y una consumición al final de la visita.

Las visitas son los días 4 y 11 de junio, a las 10 de la mañana.

Patatas Tarsa

Img de Facebook/Patatas Tarsa

Patatas Tarsa es una empresa familiar agrícola situada en la localidad segoviana de Pinarnegrillo. 

Óscar y Gema pusieron en marcha este proyecto de ‘patatas con sabor a patata’ con el objetivo de «llevar las patatas de Pinarnegrillo a todos los rincones de la Península». 

Para ello, en las instalaciones de Pinarnegrillo «hemos implementado todos los procesos para cultivar un producto natural, de calidad, sabroso y nutritivo».

Óscar es del pueblo «y mi familia siempre se ha dedicado al cultivo de patatas. Aún me acuerdo de mi abuelo Sinfor, que siempre me contaba cómo iba de pueblo en pueblo, vendiendo las hortalizas que cultivaba. Pero los tiempos cambian. Por eso, hace unos años terminé viviendo en Madrid. Allí, trabajando en un laboratorio de investigación, conocí a Gema y juntos formamos una familia. Pero nunca me desvinculé del campo del todo. Al final, terminé volviendo, con un proyecto en mente: continuar con el negocio familiar de cultivar y vender patatas», detalla en la web.

Por su parte, Gema es de ciudad «lo que conocía del campo era lo que veía en la tele. Desde pequeña, ya me dedicaba a hacer “mezclas raras” que traían a mi madre de cabeza. Estudié Ciencias Químicas, para convertir mi vocación en mi profesión durante más de 17 años. En uno de los laboratorios por los que pasé, conocí a Óscar. Óscar era de un pueblo, y quería volver a él. Por amor, tomé la difícil decisión de ir al pueblo, dejando atrás mis raíces, mis amigas y mi trabajo (…) No entendía lo que significaban las patatas y este proyecto para Óscar. Hasta la pandemia. Entonces, vi a Óscar desesperado porque todo en lo que él creía se podía ir a pique en un momento. Entendí que era el momento de darlo todo, de unir fuerzas para sacar adelante este proyecto».