El Presidente del Consejo abogó por la relación directa entre productores y consumidores y por el reconocimiento de la agroecología como ciencia. También defendió la utilización de semillas autóctonas y calificó a muchas de las tierras que han sufrido la agricultura agroquímica como «tierras drogodependientes».
Por su parte, Paul Nicholson, agricultor jubilado, miembro del sindicato EHNE (Unión de Agricultores Vascos) e impulsor, desde sus orígenes del movimiento Vía Campesina, recordó que no son las grandes empresas alimenticias ni los grandes terratenientes, sino que son precisamente los pequeños agricultores los que alimentan a la mayor parte de la población mundial.
Nicholson argumentó que la agroecología enfría el planeta, mientras que la agricultura industrial es la responsable de la mayor parte de su calentamiento. «Y es precisamente la lucha globalizada de las pequeñas explotaciones agrarias y agroecológicas de todo el planeta quien puede combatir el hambre y la malnutrición que hoy día se extienden a una tercera parte de la población mundial», añadió.
El ponente reclamó una mayor formación en agroecología en España, puesto que en muchos otros lugares del mundo se oferta esta formación en todos los niveles, incluido el universitario.