Las familias de primero de primaria del colegio Villalpando de Segovia están decididas a presentar, como han solicitado a su Asociación de Madres y Padres de Alumnos, una queja formal a la Dirección Provincial de Educación denunciado la situación que vivieron estas Navidades tras declarase un caso positivo en la clase de sus hijos, un contacto directo, como dice el protocolo. A partir de ahí, más que un protocolo lo que ha seguido han sido «una serie de catastróficas desdichas».
Se desata el caos
Era 24 de diciembre por la mañana cuando los padres recibían la llamada de la dirección del centro: las dos clases de primero de primaria entraban en cuarentena. Al parecer, uno de los docentes había dado positivo y todos los niños que habían tenido contacto tendrían que guardar sus correspondientes 10 días de aislamiento, como mandaba el protocolo de aquel momento. Las instrucciones de la dirección del centro eran claras: esperar a la llamada para una primera prueba en Quirón Salud que tendría lugar para citarlos el día 28 de diciembre, 6 días después del último contacto con el positivo.
Adiós a la Nochebuena y la Navidad, pero «no importa», pensaron los padres, «mejor saberlo antes de juntarnos con la familia». Paciencia y celebración en casa, qué remedio, nos comentan algunos de los afectados.
Obviamente no todas las familias esperaron al día 28. Los que tenían síntomas sospechosos en casa, ya fuera en el caso de los niños como en el de los adultos, procedieron por su cuenta a hacerse sus propios tests de antígenos o llamaron directamente al teléfono de información COVID-19 (900 222 000) para saber cómo debían proceder. A algunos niños se les adelantó la cita ante síntomas evidentes o resultados positivos en los tests de farmacia si bien la gran mayoría de las familias esperaron pacientemente a la fecha indicada.
El día 28 por la mañana, los chats de padres eran un hervidero. Nadie sabía nada de la cita en Quirón. Algunos padres se pusieron en contacto con Educación, donde les indicaron que no tenían constancia de este caso. Otros padres llamaron a la dirección del centro para dar cuenta de la situación. Finalmente, fue la propia dirección del centro, operativa y siempre dando respuesta a las familias, quién les indicó que, efectivamente, por algún motivo la notificación de este brote no se había tramitado y les dio su esperada cita, aunque sin mucho margen de tiempo: en muchos casos inferior a media hora.
En la clínica, cuentan las familias, «había mucha cola: estaban los niños de los dos primeros de primaria, el curso de infantil y niños de otros colegios, muchos de los padres y los hijos que estaban esperando estaban claramente contagiados porque algunos se habían hecho los tests de farmacia y habían dado positivo, pero tuvimos que esperar allí igualmente».
La espera generó gran inquietud entre las familias: «no es un lugar idóneo para realizar el test, especialmente en una situación de masificación como la que vivimos», denuncian.
Las instrucciones de Quirón fueron claras: el positivo se comunicaría con una llamada y el negativo con un mensaje. Una vez notificados los positivos, serían las autoridades sanitarias quienes determinarían qué hacer a las familias.
Distinta fue la situación para la cita de la segunda prueba, la que se les realizó a los niños que habían dado negativo en el test de antígenos del día 28 y debían hacerse un nuevo test pasados 10 días del contacto, es decir, el día 31 de diciembre. Esta vez la cita fue en el Hospital General donde la organización, cuentan las familias, fue impecable: «ni colas ni nada de lo que habíamos vivido antes. Todo fue rápido y bien organizado», indican.
Sin embargo, tanto en el caso de la primera prueba como en el de la segunda, algunos padres recibieron la llamada notificando el positivo, otros el mensaje y otros siguen esperando esa llamada aunque tuvieran la constancia de un resultado positivo a través de la aplicación del centro o de un test de farmacia. «Es increíble que tu hijo dé positivo y nadie te contacte para saber qué debes hacer, especialmente teniendo más menores en casa y con unos protocolos que no dejan de cambiar», comentan las familias.
«Desde el día 28 que mi hijo dio positivo hasta el día 8 de enero que nos llamaron para darle el alta no supimos nada de ninguna autoridad sanitaria», comenta uno de los padres. Otras familias denuncian que ni siquiera esa llamada para el famoso alta llegó nunca. «Nos pilló además ese cambio de normativa: nuestros hijos salían de confinamiento a los 10 días mientras otras personas que habían dado positivo después tenían un confinamiento de sólo 7 días, por lo que salieron antes que ellos, era todo muy confuso».
Síntomas leves, pero no en todos los casos
Afortunadamente la mayoría de los niños que han pasado la enfermedad lo han hecho asintomáticos o de forma leve, pero también hay excepciones: en algunos casos los niños presentan patologías respiratorias o han sufrido episodios más graves. En el caso de los niños del colegio Villalpando, varios tuvieron molestias importantes a nivel digestivo y fueron los padres quienes debieron buscar la manera de que a sus hijos les viera un pediatra sin posibilidad de hacer una consulta previa telefónica, como les hubiera gustado.
Una madre nos comenta: «Mi hijo tenía una diarrea muy fuerte y no querían atendernos en las urgencias del Centro de Salud de San Lorenzo. Tuve que llamar al teléfono COVID y desde allí, la señorita que me atendía habló directamente con la persona que estaba en el centro de salud para indicarle que era su obligación ver a mi hijo porque no nos dejaban pasar. Luego sí se disculparon porque me decían que no me habían entendido bien, pero el mal rato que pasamos fue terrible, todo esto con el niño quejándose de la tripita y pasándolo verdaderamente mal».
«Entendemos que la situación es excepcional, la doctora me pedía comprensión porque tienen más de 500 pacientes al día, y yo lo entiendo, pero sinceramente, no estamos al principio de la pandemia y esto es inaceptable», comenta la misma madre.
Las familias presentarán un escrito a la Dirección Provincial de Educación
Las familias afectadas se han puesto en contacto con el AMPA del colegio para que presente en su representación una queja formal ante la Dirección Provincial de Educación para denunciar todo lo sucedido. «Lo único que queremos es que se tome nota de cómo han funcionado las cosas y que esto no vuelva a pasar porque ha sido muy angustioso, nos hemos sentido desatendidos; nos han olvidado», comentan desde el AMPA. «Todo esto ciñéndonos a un protocolo que desde nuestro punto de vista no ha funcionado: las esperas, la falta de información, la completa incomunicación por parte de los profesionales sanitarios que debían llamarnos… ha sido todo un despropósito», dicen miembros del AMPA.