La artista española Isabel Muñoz, Premio Nacional de Fotografía 2016, y la periodista congoleña Caddy Adzuba unieron sus caminos de forma casual, y juntas fueron capaces de remover las conciencias del Gobierno del Kinsasa y de la sociedad de este rico país africano sobre el cruel drama de mujeres y niños sometidos a la violencia sexual más inhumana y utilizados como armas de guerra. Las 25 fotografías ‘Mujeres del Congo. Camino a la Esperanza’ se pueden visitar en las celdas de La Cárcel-Centro de Creación de Segovia.
Isabel Muñoz aseguró, en la inauguración de la exposición que forma parte del Encuentro ‘Mujeres que transforman el mundo’, que viajó al Congo por primera vez para hacer un trabajo sobre los primates y allí conoció a la periodista Caddy Adzuba, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, que le abrió los ojos a la terrible situación de las mujeres en Kivu Sur o Bukave, en el este de país, sometidas a toda clase de vejaciones y violencia sexual.
Muñoz se comprometió a dar visibilidad a este gran drama humano a través de su trabajo como fotógrafa y juntas prepararon este proyecto que vio la luz en la capital congoleña, con una gran repercusión en el Gobierno y la sociedad de Kinsasa. Muñoz remarcó que “dar voz sí cambia las cosas” y prueba de ello es que se está logrando acabar con el problema de las terribles violaciones infantiles en menores de pocos meses hasta los 4 o 5 años de edad.
Los niños y niñas de esta zona del Congo, explicó Muñoz, también son denunciados por sus propias familias y padrastros como “brujos” y sometidos “en plena calle” a “terribles exorcismos”. Muñoz muestra en retratos de gran formato la recuperación de algunos de estos niños en unas fotografías que causa un gran impacto en el espectador por la vida que reflejan en sus miradas.
La esperanza es el hilo conductor de esta muestra que cuelga en las paredes de las celdas de la zona de Galerías de La Cárcel-Centro de Creación de Segovia. La fotógrafa española narró al experiencia personal de oír el relato de las mujeres congoleñas a las que no le gusta llamar “víctimas” sino “heroínas” porque han elegido “la vida” después de sufrir situaciones dramáticas de violencia sexual extrema.
Las mujeres y niñas protagonistas de esta exposición fueron capaces de invertir varios años de su vida, tras ser usadas como “armas de guerra”, para recorrer más de 350 kilómetros para llegar a un hospital donde poder recomponer sus maltrechos cuerpos y haber sido rechazadas por su familia y su tribu. Isabel Muñoz resumió que esta exposición también habla de cómo son capaces salir adelante, “gracias a los microcréditos” para tener “trabajo” y “dignidad”