El director del Instituto Forestal Europeo, Marc Palahí ( Barcelona,1974), cree que Castilla y León tiene potencial para liderar la transición ecológica de la economía. Sus bosques y su extenso territorio le hacen posicionarse como Comunidad para asumir este proceso necesario en el cambio del modelo productivo sin demora y con paso firme. Palahí, Ingeniero de Montes por la Universidad Politécnica de Cataluña y Doctor en Ciencias Forestales por la Universidad de Joensuu (Finlandia), dirige desde 2015 el Instituto Forestal Europeo y afirma que cada vez más empresas de la moda y de la construcción apuestan por utilizar nuevos materiales más amables con el medio ambiente y que además ayudan a las zonas más despobladas de los países. El ingeniero, una referencia en economía circular, cree que en las próximas tres décadas habrá nuevas crisis asociadas a enfermedades y al actual modelo económico. Tras ello, la sociedad se percatará de que o bien se produce el cambio o el planeta enfermará de manera irreversible.
La pandemia y la guerra han hecho más que evidente que se necesita un cambio de modelo productivo, sin embargo, ¿Por dónde se debería de empezar?
En primer lugar hay que reconocer que la naturaleza es nuestro principal capital económico, además, de ser la primera fuente de salud y bienestar humano. Nos debemos de dar cuenta que llevamos más de 200 años bajo un sistema económico adicto a los recursos fósiles, cosa que se evidencia con la tensión de la guerra, y al crecimiento a todo costa. El sistema ha fallado a la hora de valorizar nuestro capital natural, como principal fuente de prosperidad. Desde el Instituto Forestal Europeo abogamos por pasar de un modelo económico lineal y basado en recursos fósiles a una bioeconomía circular, donde la vida y no el consumo pase a ser su principal motor y razón de ser. Esto es posible gracias a las nuevas tecnologías y los conocimientos científicos que tenemos, es decir, tenemos la capacidad si queremos de transformar nuestros recursos biológicos (bosques, sistema agroforestales y agrícolas) en una nueva gama de bioproductos que pueden remplazar a recursos fósiles como plásticos, cemento o el acero y conseguir la neutralidad climática. Al mismo tiempo, los recursos biológicos están distribuidos de manera más amplia en el territorio como ocurre en Castilla y León y tienen más capacidad de generar más empleo y más prosperidad que los recursos fósiles.
¿Qué características tiene la bioeconomía circular?
Es una economía que pone la vida humana y natural en el centro como objetivo prioritario y no el consumo. Ahora tenemos una economía en la que el consumo es el factor principal del crecimiento y la prioridad, estamos obsesionados con el PIB cuando es una medida solo de consumo no de bienestar y debemos empezar a valorar lo que verdaderamente importa. La bioeconomía circular se basa en utilizar de manera sostenible nuestros recursos como los bosques para generar bioproductos y servicios ambientales y es circular porque los recursos biológicos aunque sean renovables no son ilimitados, por lo que hay que utilizar principios de economía circular. Reducir el consumo, reparar productos antes de tirarlos, reutilizar y reciclar. Estas cuatro cosas lo hacían nuestras abuelas. Un tercio de lo que producimos en moda no se llega a vender nunca y un tercio de lo que se compra no nos lo llegamos a poner. Compramos ropa barata que nos las ponemos cuatro o cinco días y ya está . Es un cambio de paradigma y de valores.
Cómo se cambia hacia una economía más verde, menos dependiente de las energías fósiles…
Los políticos deben tomar el liderazgo. Los consumidores también debemos asumir nuestra cuota de responsabilidad, pero los políticos han de poner el marco legislativo que incentive a los inversores, a las empresas y al consumidor a hacerlo bien. Por ejemplo poner un precio a las emisiones de CO2 que ya está puesto, por eso ha subido el precio de la energía según su origen; hay que mejorar que la gente con menos recursos tenga acceso a energía barata. Es necesario que las compras públicas en ciudades promocionen productos locales de origen como la madera, la construcción en madera en vez de hormigón y acero. También se deben aplicar medidas de etiquetaje para que el consumidor esté más concienciado en relación a las emisiones de CO2 de cada producto, si es de origen plástico y, por tanto, dañará a los océanos. Es necesario aprobar legislación relacionada con la compra pública, impuestos e incentivos para invertir en temas de innovación e investigación en zonas despobladas que es donde tenemos nuestro capital natural para fijar población. Es decir proporcionar servicios a las zonas rurales para que estas tengan vida propia y podamos traer emprendedores que puedan hacer un negocio sostenible en base a los recursos sostenibles. También se debe promover la educación en niños que tengan más contacto con la naturaleza y que conecten con ella, porque llevamos un siglo donde la mayoría de la población vive en ciudades donde los niños crecen con poco acceso a la naturaleza y eso, poco a poco, se va reflejando en el tipo de economía y de sociedad de consumo que hemos creado.
En este paradigma, ¿Qué papel puede jugar Castilla y León en la bioeconomía circular?
Castilla y León es una de las comunidades autónomas más paradigmáticas para implementar una bioeconomía circular por sus condiciones: por ser un territorio muy amplío despoblado pero con importantes recursos naturales. Yo si fuera político de Castilla y León invertiría en la bioeconomía circular como pilar fundamental del futuro de la Comunidad, porque el desafío del reto demográfico se debe atacar con la generación empleos que tengan relación con sus zonas, es decir, a través de sus bosques y su agricultura. Hay que traer nuevas tecnologías para que puedan maximizar el valor añadido de todos los recursos y que, a la vez, sean solución a problemas como el cambio climático o los incendios forestales que padecemos. Es una estrategia política pero en Castilla y León podría liderar la transición ecológica de la economía.
¿Hay algunos modelos en Castilla y León que ya miran hacia esa bioeconomía circular?
Castilla y León ha sido pionera en la bioenergía pero esto es solo el primer paso porque hoy en día con nuevas tecnologías se puede generar mucho valor añadido a los recursos forestales y biológicos, desde fibras textiles para la moda, se puede reemplazar el poliéster y el algodón con fibras de origen vegetal para hacer ropa de manera sostenible. Con la bioquímica se reemplaza a la petroquímica, apostar también por la biofarma. Además, se pueden hacer materiales muy novedosos como la nanocelulosa, que es un material seis veces más ligero que el acero pero seis veces más resistente. Con este material pueden hacer hasta coches hoy en día. Los japoneses ya lanzaron hace dos años el primer coche de nanocelulosa. Castilla y León ha dado un primer paso de revalorizar recursos pero, de momento, está centrada solo en el paso de la bioenergía y debe dar un paso más de alta tecnología para generar más valor económicos de los recursos biológicos.
Muchos territorios rurales exigen compensaciones por ser sumideros de carbono y por cuidar de esos bosques de los que todo el mundo se beneficia…
Al final mucha gente percibe los bosques como una manera de compensar un sistema económico roto centrado en los fósiles. Yo veo más a los bosques como una infraestructura o herramienta para transformar nuestra economía no para compensarla. Creo que es más factible realizar inversiones para utilizar sosteniblemente nuestros bosques y para transformar la economía proporcionando nuevos biomateriales y bioproductos que tenerlos como si fueran un mero sumidero para compensar lo que otros están contaminando. Puede haber algunas oportunidades de negocio como por ejemplo en reforestar zonas que ahora no son bosque y crear nuevos sumideros pero la demanda tiene que venir de nuevos bioproductos de mercado. También se debe apostar por mejorar la biodiversidad de nuestros montes que es clave para que sean resilientes al cambio climático.
¿Qué territorios españoles podrían liderar este nuevo modelo de bioeconomía?
Todos tienen recursos para crear su propia bioeconomía circular pero han de apostar y ajustarlo a su propio modelo económico. Trabajo con el País Vasco y presto asesoramiento para lanzar su propia estrategia de bioeconomía circular. Esta Comunidad invierte en innovación y tienen sectores que pueden también invertir o transformarse como bioeconómico. El País Vasco por el poder económico que tiene su visión de negocio puede ser uno de los líderes del sur de Europa pero todas las comunidades autónomas en general Andalucía, Extremadura Galicia podrían ser pioneros. Cataluña también ha lanzado su estrategia de bioeconomía pero lo han de adaptar a su modelo económico y a los recursos naturales que tiene.
Moda lenta, es decir, aquella que dura más tiempo y no una temporada, alimentos sin procesar y sin pesticidas … ¿Cada vez hay más conciencia de que debemos cambiar para evitar el calentamiento global y sus consecuencias?
Falta cultura porque hemos de llegar al 100 por cien de concienciación. He trabajado con diferentes empresas de la moda Burberrry, Cochineli o Armani y cada vez hay más empresas que quieren esta transformación y la ejecutan porque dejan de utilizar materiales como el poliéster o el algodón, que ha sido producido de manera industrial y con el uso de pesticidas y fertilizantes y apuesta por nuevos materiales sostenibles, que no destruyen medio ambiente y que sus inversiones pueden ayudar a realzar la biodiversidad y restaurar capital natural. Cada vez hay más concienciación en las empresas y en los consumidores, pero la inercia es tan grande y el cambio debe ser tan grande que cuesta.
Se intenta incluir la construcción con madera y evitar el uso de hormigón y otros elementos ¿Qué países están dando pasos en este sentido o están más adelantados?
Los países nórdicos como Finlandia, Suecia, Austria se desarrollan más rápido, pero Francia ha hecho una de las legislaciones más novedosas ya que a partir de 2023 los edificios públicos tendrán que tener un 50 por ciento de madera, es una manera barata para el Gobierno y muy sencilla de activar y crear un mercado de la construcción en madera.
Nuestros bosques son nuestra principal fuente actual de recursos biológicos renovables. ¿Para cuándo Europa apostará por su explotación sostenible de una forma definitiva?
El futuro energético de Europa no está centrada en relanzar a los bosques pero la biomasa forestal jugará un papel clave en los países nórdicos y en algunas zonas donde aún no se han desarrollado cadenas de valor de productos de mayor valor. Llevamos cinco o seis décadas donde la superficie forestal ha crecido en Europa, el rol del sumidero de carbono ha calado y las las áreas protegidas se han multiplicado y, a la vez, hemos cortado más madera. Europa es, por tanto, un paradigma en las últimas décadas de cómo ha aumentado superficie forestal, con la corta de madera cortada y asumiendo que de los bosques son sumideros de carbono. Hay que invertir más en biodiversidad y resiliencia pero se ha hecho bastante bien las cosas en Europa en las últimas décadas.
Cada vez salen al mercado productos innovadores procedentes de los bosques que pueden suplir a otros que requieren de mucha mayor energía para su producción. ¿Es necesario apostar en este sentido por la investigación en ellos?
Es crucial invertir en innovación y tecnología. Hay muchas posibilidades en el ámbito de la producción de las fibras para la moda y con la nanocelulosa. Se puede hacer ruedas de coches envasadas en lignina ,que es uno de los componentes de la madera y también baterías eléctricas y así utilizar este componente en vez de litio que es mas contaminante. Se puede apostar por la biomedicina en base a diferentes extractos que sacamos de la madera y por los bioplásticos. Este año se lanza una nueva infraestructura en Alemania. Se trata de una biorefinería que va a utilizar residuos forestales para hacer botellas de bioplástico, que la empresa Coca Cola empezará a utilizar en los próximos años. Hoy en día se tiene la tecnología para remplazar a cualquier producto derivado del petróleo y conseguir productos derivados de la madera. Hemos de llevar esta escala tecnológica a una escala de realidad económica y requiere inversiones en innovación y políticas que incentiven este cambio.
¿Cómo puede afectar el cambio climático a nuestros bosques y a la biodiversidad?
Se está viendo que cada vez hay más riesgo de incendios, de enfermedades, plagas, sequías, que ponen en riesgo nuestros montes y, por eso, hay que invertir mucho más en resiliencia y en biodiversidad para preparar a los bosques para lo que nos viene en el futuro que no sabemos ni cómo va a ser. El peligro del cambio climático no es lo que sabemos acerca de él sino lo que no sabemos aún. La única manera de hacer frente a una incertidumbre tan grande es crear resiliencia, es decir, biodiversidad. Esto es fundamental, no por razones éticas, sino porque ayuda a nuestros bosques a que se adapten y evolucionen en un medio cambiante como el que vivimos. Si tenemos un negocio basado en nuestros bosques hemos de ser los primeros en defender la inversión en biodiversidad. Es como un seguro de vida.
¿Hay esperanza de salvar el planeta?
Hay oportunidades y hay mucha gente trabajando en ello. Pero en las próximas dos o tres décadas asistiremos a crisis importantes que harán cambiar de manera radical el sistema económico que tenemos. Solo aprendemos a través de crisis, la pandemia ha sido una de las crisis y se ha hablado mucho del cambio de paradigma pero la gente se está olvidando ya. La única manera de aprender es a través de las crisis. Estamos en un sistema global conectado y las enfermedades conllevan crisis económica. El mundo globalizado ha hecho que los humanos entren en contacto de manera mucho más rápida con virus que antiguamente hubieran quedado atrapados en bosques o se hubieran quedado taponados por la misma biodiversidad que tenemos. Con el sistema económico que tenemos todo se acelera y todo se mueve rápido. Todo está conectado, la pandemia es una consecuencia más del sistema económico que hemos creado y vendrán más crisis en las próximas décadas. Sino cambiamos es el fin. Tenemos la ciencia, la tecnología, el conocimiento para cambiar pero es un tema de valores y de educación que es importante. Hay que hacerlo; requiere de liderazgo cambios de comportamientos. Es decir, debemos dar valor a aquello que realmente lo tiene.