El artista valenciano Ángel Haro explicó que el punto de partida de ‘Folitraque’ los juguetes del fin del mundo fue el ‘ingenio’ de los niños africanos a la hora de crear sus propios juguetes con un sentido de la imaginación e imitación, que supera al original.
Una serie compuesta por cerca de un centenar de piezas que estarán en cuatro salas del Palacio de Quintanar de Segovia hasta el 5 de agosto y que encaja a la perfección con la filosofía que recorrerá las calles de Segovia la próxima semana con Titirimundi.
‘Folitraque’ lleva sorprendiendo a espectadores de toda España desde hace cinco años y ahora recala en Segovia para comprender la intención de Haro de hacer “una reflexión sobre los límites reales de la creatividad” en los tiempos marcados con la tecnología “en comparación con la ilimitada fuente de energía que es la imaginación”.
Para Ángel Haro, su exposición “encaja de maravilla” con el espacio del Palacio de Quintanar porque “es un entorno magnífico y hace unos montajes muy interesantes”. El artista valenciano aseguró que le encantó la idea de unir su obra con el Festival Internacional de Títeres de Segovia. “Es una idea muy acertada”, argumentó, porque los dos parten “de la idea de la creatividad y ese punto de encuentro con la imaginación”. Además, aseguró que Titirimundi también comparte con él la idea de “conciencia ecológica”.
Haro expuso por primera vez sus ‘folitraques’ en el año 2013, en la Fundación Pedro Blanco de Murcia, aunque en principio no era un proyecto para ser mostrado al público sino “un trabajo íntimo y personal” pero unos amigos suyos le convencieron y en los tres lugares donde ha mostrado estos singulares juguetes “ha funcionado estupendamente bien la interacción con el espectador”. Una muestra que supera ya las 90 piezas porque está en constante crecimiento con “obras nuevas que voy haciendo e incorporando”.
Artefactos y cachivaches
En este caso hasta el título de la muestra, ‘Folitraque’, es reciclado de la propia infancia del pintor para encuadrar sus esculturas con objetos encontrados, que para algunos cronistas de su obra equivaldría a utilizar otras palabras como ‘achiperres’ o ‘cachivaches’. ‘Folitraque’ era la palabra que utilizaba su abuela para hablar de las cosas tontas, “de lo que no sirve pero que se le toma cariño”.
En resumen, artefactos inverosímiles con aire infantil y seriedad artística, a base de trenecitos, barcos, prismáticos, aviones, helicópteros, ordenadores, cohetes, camiones, veleros, animales, radios, cámara de fotos y un largo etcétera, donde entre tanto objeto se cuelan imágenes de marcas muy conocidas, como un guiño a las nuevas generaciones occidentales del siglo XXI.
Para el crítico Santiago Delgado, los ‘folitraques’ de Ángel Haro suponen una vuelta a las calles sin adoquinar, sin semáforos, “llenas de miserias y de ilusión”. Para el propio artista valenciano estas piezas “aluden al niño que fuimos y al placer insustituible de construir el mundo con nuestras propias mano”. Arte con materiales tirados y “vividos” que llevó a su estudio después de sus viajes por el Sáhara, el África austral o la India, que se sumaron a objetos que habitaban su trabajo, su casa o sus paseos.
Con sus ‘juguetes del fin del mundo’, Ángel Haro aseguró que quiso ponerse en “situación precaria” para intentar “recrear el imaginario colectivo”, siempre respetando “la piel” de estos materiales e “intervenir lo justo” para no exceder “la estética necesaria”. Bajo esta filosofía un zapato se convirtió en un coche, latas de conserva en un súper cohete espacial o un bidón “audazmente recortado” es un barco de carga.
Jugar con encuentros
En paralelo a la exposición de Ángel Haro, ‘Folitraques. Los juguetes del fin del mundo’, durante los meses de mayo, junio y julio, la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León y Titirimundi llevarán a cabo el programa educativo ‘Jugar con encuentros’, con la colaboración de Gael Zamora Lacasta.
La propuesta se divide en dos líneas de trabajo. Por un lado, una toma de contacto con la exposición a través de visitas y talleres para grupos procedentes de la educación formal y también visitas-taller dirigidas a las familias. Por otro lado, se desarrollarán dos sesiones de profundización: una dirigida a docentes y estudiantes de la Facultad de Educación (Programa Titiriuva) y otra con Talleres de Verano para adultos y para niños.
A partir de la exposición de juguetes, en el Palacio de Quintanar, se propone a varios colectivos “jugar a observar y manipular para descubrir las características de objetos y materiales”. En estos talleres se buscará utilizar la imaginación, la planificación y la resolución de conflictos durante el proceso de construcción de juguetes personales y evocadores