Los ingenieros industriales de Castilla y León subrayan que un proceso rápido de descarbonización de la industria conlleva una elevada factura, que se traducirá en una importante inflación de costes. Se trata, sin embargo, de una transición “necesaria” que debe pasar por la electrificación de los procesos con certificado de electricidad de origen verde, así como por el uso de otros combustibles bio y por el hidrógeno, “que promete ser el combustible del futuro” en los sectores considerados difíciles de abatir, como el transporte de mercancías por carretera, el ferroviario o el aéreo.
“Aunque las tecnologías para la descarbonización estén listas, hemos de tener en cuenta que esta transición no es gratis y, sobre todo, que será tanto más cara cuanto más rápido queramos llevarla. No hay nada gratis”, explica Francisco Carro, miembro del Colegio de Ingenieros Industriales de León y director general de la empresa de ingeniería Tresca.
En el marco de la reflexión promovida por los colegios de ingenieros industriales de Castilla y León sobre la composición del futuro mix energético regional, los expertos subrayan tres cuestiones clave: estarán las renovables, los sistemas de almacenamiento a gran escala y la generación síncrona.
Energía difícil de gestionar
Las renovables tendrán un papel importante, pero hay que tener en cuenta que aportan una energía no fácilmente gestionable, que depende de factores no predecibles o no regulables, por lo que es preciso desarrollar en paralelo tecnologías de almacenamiento.
“Castilla y León tiene la oportunidad de aprovechar la energía eólica y solar para que se conviertan en unas renovables más estables, que no dependan exclusivamente de los momentos en que haya sol y viento. Y ahí, el hidrógeno tiene mucho que decir para aprovechar las horas de producción excedentarias”, subraya Andrés Hernando, ingeniero industrial colegiado en Burgos y CEO de la empresa Hiperbaric.
“Una economía basada en el consumo de hidrógeno empieza a tener sentido, especialmente en Castilla y León, que tenemos mucha generación de renovables y daría un valor añadido a esa generación”, añade.
En este sentido, Hernando sostiene que la energía eléctrica se puede convertir en hidrógeno y posteriormente en electricidad destinada a la movilidad o para devolver a la red. “Y en cuanto a precio, el hidrógeno es competitivo respecto al gas natural”.
La cogeneración volverá a ocupar un papel importante para ciertas industrias, ya que la producción simultánea de calor y electricidad tiene un impacto positivo sobre el negocio, si la regulación y la retribución son adecuadas, como sucede en los países vecinos.
Más almacenamiento
En los últimos meses, se han multiplicado los proyectos de almacenamiento energético. “Se está comprobando que hay un auténtico boom del hidrógeno”, explica por su parte Francisco Carro.
De hecho, la Estrategia de Eficiencia Energética de Castilla y León 2030 contempla poner en marcha la economía asociada al hidrógeno, además de reducir un 40 por ciento el consumo de energía primaria, un 23,22 por ciento el de gas natural, y aumentar un 9,60 por ciento el de renovables no eléctricas.
En este sentido, los ingenieros industriales consideran que la eficiencia ya no debería de ser tanto un reto como una obligación. Ambos expertos coinciden en apuntar que en los últimos meses se está demostrando que el mejor aliado del hidrógeno es el precio del gas.
“Poner en marcha la economía asociada al hidrógeno es primordial. Para ello, es necesaria mucha labor educativa y comunicativa. El hecho de que los empresarios y la sociedad comiencen a entender la economía del hidrógeno favorecerá su transición», precisa Carro.
Desplazar al gas
Andrés Hernando estima que en el plazo de 15 años el 20 por ciento del parque móvil será de hidrógeno; y en ese mismo periodo de tiempo habrá desplazado al gas natural en el consumo energético cerca de 20 puntos.
El gran reto de Castilla y León en materia energética es cubrir el hueco que han dejado las térmicas en el PIB con otras actividades económicas, sean afines al sector eléctrico o no. La gran oportunidad asociada a la antigua generación es la utilización de los enclaves de las térmicas para otras actividades industriales.
Por un lado, están las ayudas económicas denominadas ‘de transición justa’, que hacen muy atractivos estos lugares. Por otro lado, la antigua generación térmica ha dejado unas infraestructuras y unos nudos eléctricos que pueden y deben ser usados para la conexión de nuevas tecnologías de generación o de almacenamiento.
“Tenemos que aprovechar la oportunidad que brindan las llamadas subastas de nudos de transición justa, en las cuales Castilla y León tiene varios nudos, para la creación de nuevas actividades económicas en esos emplazamientos”, concluye Carro.