La activista iraní Sussan Tahmasebi ha presentado hoy en Segovia la campaña «Mi cuerpo, mis derechos». Jorge Casas, de Amnistía Internacional Segovia ha sido el encargado de presentar a la invitada en el Centro Cultural San José.
La acción se enmarca dentro de la campaña de Amnistía Internacional «Mi cuerpo, mis derechos» a través de la acción denominada Leonas del Irán, Shirzan. Sussan Tahmasebi, activista irani ha comenzado la conferencia que se ha desarrollado en inglés,(con traductora) explicando el agravamiento de la situación de la mujer en Irán a partir de la revolución Islámica de 1979, donde comenzaron a imponerse medidas severamente restrictivas para la mujer como el uso obligatorio del velo, la prohibición de competir en deporte, el acortamiento de la edad para casarse (de los 25 años a los 13 años) , así como todo tipo de restricciones laborales. Una situación que comienza a ser extrema con la llegada al poder de Ahmadiyan. Sussan ha manifestado que una flexibilización de Occidente puede ser beneficiosa para la ciudadanía iraní, aseguró que las sanciones económicas de Occidente han llevado pobreza a la población a la que se le han impuesto medidas represoras más severas relacionadas con las tendencias a imitar las costumbres occidentales. También ha detallado los extremos a los que están llegando las autoridades iraníes para fomentar la procreación múltiple “En un torpe intento de aumentar las cifras de población de un país que está en franco declive”.
La activista explicó que en estos momentos hay en su país dos proyectos de ley que refuerzan estereotipos discriminatorios de la mujer y representan una medida sin precedentes del Estado para injerirse en la vida personal de la ciudadanía. Uno de ellos, el Proyecto de Ley 446, “prohíbe la esterilización voluntaria y bloquea la información sobre métodos anticonceptivos, elimina la financiación estatal del Programa de Planificación Familiar bloqueando el acceso a servicios vitales de salud sexual y reproductiva”, aseguró. El otro, el Proyecto de Ley 315, consolida la discriminación de género ya que ordena a las entidades públicas a no cubrir puestos de trabajo con mujeres sin hijos y crea una escala de prioridades en la que priman los hombres con hijos, después los hombres y, por último, las mujeres casadas con hijos. Según esta defensora de los derechos de la mujer, “por estrictas razones geopolíticas, las autoridades iraníes planean convertir a las mujeres en meros vientres reproductivos” con el objetivo de conseguir “duplicar la población que en estos momentos es de 78 millones de personas”