Hace tiempo que la Gimnástica Segoviana dejó de ser un club convencional. La actitud y el esfuerzo titánico no son históricamente sinónimo de recompensa en la Sego, ni en el verde ni en los despachos. Nada es gratis y todo aquello que se logra en la Gloriosa tiene el marchamo de la heroica. Por eso no sorprende lo de este domingo en La Albuera. La victoria ante el Yugo Socuéllamos (3-2) pasa a la historia reciente del club porque nace del corazón de unos jugadores que creen en su entrenador de manera enfermiza y porque tienen hambre. En el plantel de la Sego este domingo había once segovianos entre el césped y el banquillo (sin contar el cuerpo técnico). Pues eso.

Da igual que durante sesenta minutos el balón pareciera cuadrado para los gimnásticos, que el portero fuera juvenil, que faltaran jugadores esenciales como Acuña, Carmona o Rubén, que el árbitro tuviera un criterio difuso para las faltas o que los jugadores de más calidad del equipo, Borrego y Llorente, no fueran capaces ni de encontrarse entre ellos. Tres puntos y el sueño sigue vivo.

El Socuéllamos mejor y más incisivo

El Socuéllamos, que llegó a Segovia virtualmente descendido a Tercera RFEF fue mejor que la Sego durante sesenta minutos porque metió dos goles, porque llegó más al arco rival y porque estaba – curiosamente – menos agarrotado que una Gimnástica a la que parecía se le estaba haciendo eterna la temporada. La paternidad de Carmona y la sanción de Pagola le otorgaron la titularidad al juvenil Oliva, que ya había hecho dos intervenciones de verdadero mérito en los primeros veinte minutos.

Ramsés puso en liza una defensa de cuatro para arropar a Oliva con Borao por la derecha, Arévalo por la izquierda y Javi Marcos y López como centrales. Llorente y De la Mata como volantes con Astray de enlace; Borrego y Plomer por las alas y Gómez en punta. No funcionó de inicio porque el Socuéllamos desactivó el ataque segoviano solo con actitud. Corriendo mucho. Godoy y Jimi reinaron en el centro del campo y descargaban a Facu y Barahona por las bandas. Pepe enganchando y Ubis en punta generaron peligro a una imprecisa defensa gimnástica.

La Segoviana lo intenta y el Socuéllamos pega

Con la Sego errática y previsible en la elaboración y con el Socuéllamos asustando en las transiciones llegó el primero de la tarde. Un balón vuela desde la derecha, Oliva duda, Javi Marcos no ataca la pelota y Carlos Martínez – el lateral del Socuéllamos – libre de marca manda el balón a la jaula de cabeza. Él pareció el primer sorprendido y solo lo celebró cuando vio al asistente correr hacia el centro del campo. A remar.

Ramsés sacrificó a Arévalo – con amarilla en su primer lance con Barahona – dando entrada a De Frutos para ponerse – minuto 35 – con defensa de tres centrales. «A las que toquemos», debió pensar el entrenador segoviano. Y lo cierto es que no mejoró en exceso la Gimnástica, salvo por un balón que estrelló Astray en el palo. La Segoviana solo generaba peligro con centros laterales para que Gómez o el propio Astray pusieran en problemas a una defensa foránea con limitaciones de posicionamiento en balones parados y con poca fiabilidad en la espalda. Aun así, los castellanomanchegos salvaron la ventaja al descanso y marcharon a vestuarios con un gol de renta.

El Socuéllamos vuelve a pegar

No solo el portero parecía juvenil en la Gimnástica en el primer cuarto de hora de la segunda parte. Imprecisiones, precipitación y errores en las marcas y entregas regalaron en bandeja a Ubis el (0-2). La Albuera no daba crédito. El equipo que maravilló en la primera vuelta con desparpajo y vocación ofensiva era un juguete roto. Silbidos de los impacientes y abucheos justificados a un Socuéllamos que empezó a perder tiempo por encima de sus posibilidades. «Ya correréis», les gritaban sin mucha fe desde la grada. Vaya si corrieron después.

Varios de los 1.300 gimnásticos que poblaron las gradas de La Albuera se habían marchado para cuando Gómez acortó distancias en el 67. Craso error. El nueve gimnástico, enmarañado en pugnas con Toboso y Antonio durante todo el partido, cazó de cabeza un balón en el segundo palo y lo alojó de cabeza en las mallas de Nieves. Una carga de caballería es una tontería comparado con lo que sucedió después.

Ivo desata la locura

Manu e Ivo llevaban dos minutos en el campo cuando marcó Gómez. Es tremendo lo del capitán. No es el mejor en nada, pero es imprescindible. Comete algún error en las entregas y su ímpetu en las ayudas le hacen perder la posición a veces, pero es lo mismo porque con él en el campo el equipo crece. Tiene el don de la ubicuidad. Lo aprendió de Ricardo, hoy segundo de la Sego y todocampista gimnástico durante años.

E Ivo, que dibujó un recorte sideral en el área pequeña en el minuto 77 para batir por bajo a Nieves. El bisnieto de Segundín – leyenda gimnástica – tiene talento por arrobas. Si alcanza la regularidad que todavía le falta no nos dura en Segovia. Por su bien y desgracia gimnástica.

El Socuéllamos apela al orgullo y la Sego castiga

El Socuéllamos ya no perdía tiempo. Recibió con gallardía el doble castigo e intentó volver a ponerse por delante. Valientes dentro de su drama deportivo. El partido era una suerte de ruleta rusa, con el público enfervorecido, irritado con el trencilla que seguía con un criterio algo voluble para casi todo. López colgaba desde el carril zurdo balones que eran veneno puro para la zaga visitante, la Segoviana acumulaba efectivos en ataque ante la necesidad perentoria de sumar tres puntos que le permitieran continuar en la pelea por el ascenso, y el Socuéllamos andaba muy justo de gasolina y de moral.

Pocas veces, ascensos incluidos, explotó La Albuera como con el tercero de la tarde para los suyos. Gómez le gana la carrera a su par en un balón profundo desde la derecha, encara a Nieves y le cruza la pelota con la zurda, fuera de su alcance. La locura. Un equipo muerto dieciocho minutos antes le había dado la vuelta al partido con actitud y coraje. A empellones. Fútbol.

Una camiseta que pesa

El escudo de la Gimnástica es de titanio y sus jugadores – y su entrenador y cuerpo técnico – lo tienen tatuado en el pecho. Besó el escudo Gómez al acortar distancias, besó el escudo Ivo al empatar y ondeó la zamarra Gómez al hacer el tercero. Así se construyen los sueños.

Con este resultado la Gimnástica regresa a la Fase de Ascenso favorecida por la derrota del Villanovense y el empate del Estepona. El domingo que viene en Guadalajara la Segoviana tiene otra final, con un partido ante un rival poderoso que nada se juega y con cuatro autobuses de aficionados que pone el club gratuitamente para el desplazamiento masivo.  De sumar – ganar sería lo ideal – todo apunta que se jugará en casa ante el Adarve de Manu González la posibilidad, como mal menor, de jugar la Copa del Rey y como premio gordo la Fase de Ascenso a Primera RFEF. De locos.