Cerca de un millar de personas participaron en la noche de ayer viernes en la tercera edición de ‘Noche en Blanco y Negro’, que llenó el centro histórico de la villa segoviana de Ayllón de melodías clásicas, golpes de flamenco, aires de jazz y algunas de las letras más recientes del panorama musical español.La propuesta, puesta en marcha en 2017 por la Diputación de Segovia, permitió descubrir a cuantos se acercaron a pasear por el pueblo medieval los sonidos de cuatro pianos escondidos, en los que nueve pianistas profesionales fueron alternándose, pudiendo así disfrutar de los diferentes escenarios que se prestaban a la actuación.
De este modo, el primer piano descubierto por los visitantes era el ubicado en los jardines junto al río, en el que se respiraba un ambiente familiar, con los vecinos de las casas de esta zona paseando a los perros con la música de fondo o sacando las sillas de jardín para disfrutar mejor de los pequeños recitales de diez minutos.
Ya dentro del recinto histórico, entre el ruido de las terrazas y el murmullo de las conversaciones, los pianistas se abstraían del mundo en un escenario en alto, situado próximo al edificio del ayuntamiento. Por último, y con mayor intimidad y silencio, los visitantes descubrían dos pianos más alejados, junto a la iglesia y al Palacio del Obispo Vellosillo, en los que escuchar las piezas de Chopin o Piazzola a escasos metros de los intérpretes era un lujo valorado tanto por los artistas.
Así transcurrió la velada por las calles de Ayllón; con desgarros de saxo sucediendo a boleros ‘de los de toda la vida’ o fusiones de jazz, soul y blues cediendo el protagonismo a canciones de autores tan diferentes como Aute, Vanesa Martín, Leonard Cohen o Ismael Serrano.
Finalmente, y después de más de tres horas de música y pianos y público repartidos por la villa, la Plaza Mayor acogió un concierto conjunto final a cargo de los nueve pianistas participantes, en los que se pudo aplaudir la juventud y destreza de Valle Tejedor, la exquisita técnica de Luis Fernando C. Macías o Vicente Uñón y la química musical tanto entre el piano de Max Schreiner y el saxo de Javier Gómez, como entre los pianos de Chema Corvo y Miguel Ángel Recio y las voces de Marisa Marzo y María Recio respectivamente.
Los asistentes también ovacionaron la voz y las manos de Daniel Romano interpretando la versión de Ana Belén de los ‘Peces de ciudad’ de los maestros Sabina y Varona, así como la velocidad de fantasía a la que se movían los dedos de Laura Sierra sobre las teclas de una pieza de Chopin, o la absoluta delicadeza de Manuel Tévar, quien más que tocar, parecía acariciar el piano con su ‘Pleamar’ para poner fin al espectáculo y apagar la última vela de esta ‘Noche en Blanco y Negro’ de Ayllón.