A Justino Santos, se le recordará como montañero y como apasionado del arte y de la cultura, algo que quedará grabado, y no existe mejor palabra que ésta, bajo su última cima con el grupo de montaña Etorkizuna.
Natural de Navas de Oro, llevaba más de medio siglo afincado en el País Vasco, algo que no le impedía ver más allá de las verdes montañas el paisaje árido que dejó atrás y que le llevaría a encontrar los lazos entre la cultura bilbaína y la segoviana en una serie de aguafuertes, aguatintas y fotograbados a los que, ayudado por el experto en esgrafiados Rafael Ruiz, puso por título ‘Encajes de cal y arena’ y que, antes de su fallecimiento, donó al Instituto de la Cultura Tradicional Manuel González Herrero de la Diputación de Segovia para “contribuir a difundir esa peculiaridad arquitectónica que ornamenta por doquier fachadas de Segovia capital y pueblos de la provincia y que, a menudo, cuenta con muy poco aprecio por parte de mis paisanos, quizás por aquello de tenerlo tan cerca y verlo cada día”, como el propio Justino Santos explicaba cuando se le pidió que su colección formase parte del programa ‘Itinera’, que, impulsado por el Área de Cultura y Juventud, recorre desde el año pasado la provincia, exponiendo ésta y otras muestras artísticas de distintos autores segovianos.
“Ojalá lo disfruten allí por donde vaya”, esperaba Justino Santos de una serie de imágenes que tan pronto muestran las diferentes vertientes del esgrafiado medieval en edificios como el Torreón de Lozoya, el Castillo de Coca, la Torre de Arias Dávila, la Casa de los Peces o el interior de la iglesia de la Vera Cruz, como aquellas partes correspondientes al periodo renacentista de las galerías del mismo Torreón de Lozoya o del Arco de la Canonjía.
También componen la muestra otros dibujos que recuerdan el barroco de Sangarcía o la más reciente modernidad de otros rincones segovianos. “Justino Santos propone, en paralelo, un recorrido emocional por una de las esencias de lo segoviano, dirigido a los sentimientos y a los afectos”, escribía Rafael Ruiz en relación a ‘Encajes de cal y arena’.
Hoy, y a lo largo de todo el mes de mayo, tres de esos encajes se podrán observar en el zaguán de entrada del Palacio Provincial, ya que, como quien planta bandera y patria en lo alto de una montaña, la institución ha querido rendir honores al artista, dedicándole el espacio de la muestra UNA, para que quienes acudan a visitarlo puedan encontrar de frente el horizonte segoviano que siempre tenía presente Justino Santos; ya fuese desde los valles del Urola, desde Goierri, desde el Alto y Bajo Deva o desde su barrio, Las Arenas, en Getxo, desde donde alguna vez describió para el blog de la Diputación ‘Segovianos en el mundo’ cómo había sido para un segoviano de cuna haberse hecho un hombre en Euskadi, entre “paisajes, tanto marítimos como de interior, espectacularmente bellos”.
Con el lema ‘Respeta y serás respetado’ siempre en la mente, el artista cuya obra ocupará la entrada de la Diputación de Segovia durante las próximas semanas, vivió y trabajó durante décadas en el norte, amando “la búsqueda de contrastes y extrayendo de ellos lo esencial para, juntando esas esencias, construir un perfil nuevo como resultado de la suma de lo mejor de cada una de las partes contrastadas”. Así surgió, una vez jubilado y desde Bilbao, su acercamiento, primero al grabado, y después al esgrafiado segoviano; así lo expuso en un conjunto de estampas en el Patio de Columnas del Palacio Provincial entre abril y mayo de 2015; así su obra empezó a itinerar por los municipios segovianos el año pasado; y así hoy parte de ella quedará exhibida hasta el próximo 31 de mayo para ser visitada, de lunes a viernes, de 9:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas.