Once meses después de su muerte, Segovia sigue llorando y recondando a su minutero, al entrañable Ángel Román. Este jueves, el Patronato de la Fundación del Museo Rodera Robles, recibe la cesión de la máquina fotográfica de ‘El Minutero de Segovia’, Ángel Román, la cual se ha hecho efectiva en un breve acto en el que, además del presidente de la Diputación y presidente de la Fundación, Miguel Ángel de Vicente, y del secretario de la misma y director del Museo, Rafael Cantalejo, han estado presentes los hijos de ‘El Minutero’, Ángel Román y Javier Román.
“Creo que para cualquier segoviano que ha cumplido ya las dos décadas de vida, aunque en esos casos más juveniles el recuerdo sea ligero, es imposible no acordarse de Ángel Román situado en su rincón de la Calle Real, junto a Las Sirenas, esperando a fotografiar a cualquiera que se prestase a ello”, rememoraba Miguel Ángel de Vicente, añadiendo que “además, para cualquier visitante a la ciudad, resultaba simplemente imposible no reparar en aquella máquina, tan de otra época en sus últimos años activa y tan característica”.
Son precisamente esos los motivos que han llevado a los hijos de Ángel Román a querer que el legado de su padre no se pierda, ni permanezca escondido, cuando aún no se cumple un aniversario del fallecimiento de su padre en enero de 2023 a los noventa y cinco años. Por un lado, la circunstancia de que Ángel Román, como profesional y como persona, fuese uno de los personajes más queridos y distinguidos por los segovianos y, por otro, el hecho de que su fiel acompañante de trayectoria profesional, desde 1942 hasta más allá de su retirada como ‘fotógrafo sin galería’ -como rezaba su licencia fiscal- en octubre de 1992, sea una cámara de cajón de indudable valor museístico.
De este modo, tras la firma de cesión de esta mañana, el Museo expondrá la máquina con el fin de que segovianos y foráneos puedan apreciarla e imaginar cómo pudieron ser los más de sesenta y cinco años que Ángel Román compartió con ella en fiestas, romerías y otros eventos en multitud de pueblos de la provincia, pasando muchas noches descansando en caminos y ventas. También, como señalaban los miembros del Patronato y los hijos del fotógrafo, imaginando qué personajes posaron frente a ella en aquellos días en los que hiciera frío, calor, lluvia o sol, Ángel Román cargaba con la máquina desde su casa hasta la plaza de Medina del Campo.