La luz de Segovia es ‘única’, o eso es al menos lo que aseguran la mayor parte de los pintores y fotógrafos que pasan por la ciudad del acueducto bien por ocio o bien por trabajo. La ubicación geográfíca y la belleza monumental parecen tener su importancia en este hecho que añade un ‘plus’ de dificultad a los dieciséis alumnos de Bellas Artes de otras tantas facultades públicas de España que pasan el mes de agosto plasmando sobre lienzos de múltiples tamaños la riqueza cromática e histórica de la ciudad y buena parte de la provincia.
El curso de Pintores Pensionados, que desde 1950 organiza la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce data de 1919 cuando se comenzaron a impartir las primeras becas en el Monasterio de El Paular en Rascafría (Madrid) para su posterior traslado a Segovia donde se ha celebrado desde entonces de manera ininterrumpida – Guerra Civil – aparte.
El Palacio Quintanar es la la sede oficial del Curso y durante el mes de agosto se convierte en el centro de operaciones de los alumnos donde comen, trabajan y duermen bajo la tutela del profesor de la Facultad de Bellas Artes de Madrid, Pedro Terrón que ejerce la dirección del curso por primera vez.
Terrón busca en sus recuerdos el primer contacto con Segovia y lo encuentra en 1979 en la villa de Ayllón, donde acudió becado para pintar en un curso de pintura que ya tenía vínculos con el Curso de Pintores Pensionados de Segovia. Ahora, como director del curso reconoce que “mantener desde los años 50 un curso como éste con todo lo que supone y cuesta es casi un milagro”, asegura.
Terrón intenta no intervenir demasiado en la tarea de los alumnos porque, explica “mi función es más de tender puentes con la organización” y nunca impone su criterio a los becados. Desea “larga vida” Terrón al Curso y destaca como uno de los aspectos fundamentales del curso el hecho de que “todas las puertas de Segovia están abiertas a los pintores, desde casas particulares a organismos oficiales”, asevera.
Los procesos creativos
El curso, inaugurado el pasado día 1 de agosto concluirá con una exposición de los trabajos creados por los alumnos y que se exhibirán en La Alhóndiga donde se entregaran los diplomas y diferentes premios a los que optan los pintores. El Palacio de Quintanar se convierte en estudio y lugar de residencia de los participantes que utilizan la ciudad de Segovia y parte de su provincia como inspiración para sus trabajos dentro del campo del paisajismo, auténtico leit motiv del Curso.
La primera de las etapas llega pronto para los alumnos puesto que con tan solo una semana ya tienen que presentar una de las obras que formarán parte de la exposición final para poder incluirlas en el catálogo de la muestra. Lorena Cabral, que procede de la Universidad de Murcia cree que en el catálogo “tiene que haber algo que te defina como artista y también algo de Segovia”, sostiene y asegura que “no es fácil encontrar una obra así”, dice.
De los 16 becados, diez son hombres y seis mujeres y aunque ninguno de ellos se conocía previamente la relación es “superbuena”, según Adriana Rey que estudia en Pontevedra y que se encuentra más cómoda trabajando en estudio porque “aquí en Segovia la luz cambia en cuestión de segundos”, manifiesta. Rey es de un pintar pausado y minucioso, alejado del método de trabajo de Carlos Dovao, que viene de Sevilla y se considera sentirse “alucinado” con la luz del atardecer segoviano “no he visto una ciudad en la que la luz sea más bonita con las luces proyectadas, con el sol cayendo, es un lujo”, explica.
Dovao se considera “un currante” de la pintura y se documentó exhaustivamente antes de venir a Segovia una vez superó el exigente proceso de selección de la facultad de bellas artes de Sevilla. Una serie de pinturas inspiradas en el trabajo del académico de San Quirce Juan Miguel Santamaría será su referencia durante el curso.
Agustín Díaz estudia en Granada y comparece en Segovia “ a vivir una de las mejores experiencias de mi vida”, enfatiza y tiene palabras de agradecimiento “hacia la organización y la ciudad es maravillosa, con una luz característica y muy acogedora”, relata.
Durante la veintena de días que dura el curso, los asistentes disfrutarán de diversas excursiones por la provincia y la ciudad de Segovia y participarán en diferentes ponencias, encuentros y actividades institucionales. El presupuesto aproximado del curso que se prolonga hasta el día 22 de agosto ronda los 29.000 euros aportados por diferentes patrocinadores e instituciones públicas.
Más de un millar de alumnos desde 1950
Los cursos de pintores pensionados tienen su origen en la Cátedra de Paisaje que la Academia de Bellas Artes de San Fernando instauró en 1845 como parte de la enseñanza oficial de sus programas pedagógicos en arte.
En 1950 los Cursos de Pintores Pensionados se establecen en la ciudad de Segovia, en Palacio Quintanar y desde entonces, el número de pintores supera el millar y entre ellos se encuentran destacadas figuras de la pintura española moderna y contemporánea, lo que convierte al curso en uno de los acontecimientos culturales más importante en la historia de la ciudad y de la Comunidad de Castilla y León.
Foto: Agustín Díaz, procedente de la Facultad de Bellas Artes de Granada/Ical