Tener pequeñas perdidas o escapes de orina al estornudar y tener dolor en las relaciones sexuales no es lo normal. Una verdad que hasta hace no tanto se consideraba algo habitual entre el género femenino, pero que distaba mucho de serlo. Una problemática relacionada con el suelo pélvico que, a día de hoy y gracias a las nuevas generaciones y el aumento de la información, se ha puesto en el centro de la diana para poner remedio cuanto antes.
Eran cosas muy íntimas que se guardaban, pero la situación ha cambiado, más si cabe tras la pandemia, porque en ese tiempo se comenzó a hablar de aspectos y problemas que tenía la gente, pero que no se daban importancia, afirma la fisioterapeuta Amalia Yenes.
Recuerda que la incontinencia urinaria se creía normal y se ocultaba, algo que, además, se promocionaba con diversas campañas y marcas de compresas. Situación que fue denunciada por el Colegio Oficial de Fisioterapeutas, lo que les obligó a incluir en letra pequeña la recomendación de consultar con un profesional.
“Muchas veces creemos que esta patología en mujeres jóvenes está asociada a un parto, pero no es así”. En ocasiones, hay usuarias que no tienen hijos, pero presentan problemas de suelo pélvico por su tipo de vida, comenta.
Detalla que se tiene una vida muy sedentaria, al mismo tiempo que se realizan actividades de impacto, sin olvidar la posible predisposición genética. De ahí que pueden aparecer problemas en mujeres que no han tenido ningún hijo y están por debajo de la barrera de los 30 años.
“Presentamos muy malos hábitos y hacemos cosas que pensamos que son buenas, pero que son totalmente equivocadas. Nos pasamos diez horas sentados en una silla y luego me voy a practicar crossfit o salgo a correr diez kilómetros”.
Al igual que se entiende que hay que hacer estiramientos o ejercicios de fuerza para prevenir lesiones, asegura que se debería hacer un trabajo específico de suelo pélvico antes de llevar a cabo ese tipo de actividades de impacto.
Diferentes incontinencias
Las mujeres pueden tener problemas de suelo pélvico en todas las etapas de la vida por aspectos diferentes, con dos principales, ya sea con una incontinencia urinaria de esfuerzo o incontinencia de urgencia, que puede cursarse con o sin pérdidas de orina, a partir de una sensación de tener que ir al baño.
En el caso de la de esfuerzo, se asocia a una actividad que aumente la presión intrabdominal (toser, estornudar, reír, saltar o levantar un peso), cuya pérdida no es siempre en la misma cantidad, con diferentes grados de menos a más.
Aunque se haya tenido un parto por cesárea, pueden también aparecer los problemas, ya que el suelo pélvico “no sólo se debilita en el parto, sino que el aumento de peso durante todos los meses del embarazo puede debilitar esa zona”.
Por ello, sin olvidar posibles cambios hormonales, recomienda la valoración del suelo pélvico tras el parto, de una forma u otra.
Además, con la menopausia, hay mujeres que, con o sin hijos, sufren problemas de incontinencia de la noche al día. Suele relacionarse con un cambio hormonal brusco por el déficit de estrógenos. De igual manera que puede producirse también un prolapso, que es el descenso de un órgano pélvico, agrega Amalia Yenes.
Aclara que queda mucho camino en el caso de los hombres, porque también tienen suelo pélvico y muchas patologías relacionadas con él. No obstante, puntualiza que son diferentes a las de la mujer, y asociados a problemas de próstata. A mayores, se pueden producir disfunciones eréctiles, funcionales, dolor en las relaciones, entre otros.
Ejercicios
Siempre se ha pensado que para tratar el suelo pélvico hay que realizar los ejercicios de Kegel, al ser los más famosos y los que te recomiendan en el médico de familia con una hoja fotocopiada.
Consisten en contracciones voluntarias, pero todo ello es mucho más complejo. “Puedo trabajar el suelo pélvico de manera preventiva, algo que está muy bien, pero su rehabilitación no es igual”.
Explica que cuando se habla de suelo pélvico, no sólo es musculatura, sino también vísceras, ligamento y fascia, al ser otro tipo de tejidos que no responden a la contracción.
De esa musculatura, que compone el 60 por ciento del suelo pélvico, subraya que no todas las fibras son voluntarias, por lo que no se podrían contraer de esa forma. “Si sólo se trabaja el suelo pélvico con los ejercicios de Kegel o con hipopresivos no se llagaría a toda la globalidad del mismo”.
La profesional traslada que no todos los problemas que afectan a esta zona se solucionan con ejercicios de fuerza, porque, en ocasiones, hay que “aprender a relajar y llevar a cabo tratamientos desde el abdomen, al ser sinergista con el suelo pélvico y que puede producir mucha presión”.