En la zona de Nieva, el cultivo de la uva sufrió un progresivo deterioro hasta llegar a unos límites en los que apenas daba para el consumo doméstico. Fue a finales de los años ochenta cuando José María Herrero González, alma mater de Bodegas Herrero, decidió establecer una bodega en Nieva convencido de las excelentes posibilidades que ofrecía la uva que allí se producía, la uva verdejo, que por las peculiares características del suelo y el clima la dotaban de una singularidad y una calidad que contribuirían a la producción de grandes vinos.
Con el paso del tiempo, esa apuesta de José María Herrero fructificó. Poco a poco se fueron plantando más viñas, manteniendo la esencia, y tras su labor constante, paciente, sacrificada, logró revitalizar económicamente la comarca, hasta el punto de que son ya cuatro las bodegas implantadas en la zona; crear empleo, y que el vino de mayor y mejor calidad de la denominación de origen Rueda, a la que está adscrita la comarca, sea de verdejo segoviano. Toda una filosofía empresarial que ha merecido el Premio Diputación Provincial en la categoría de Empresa.
“Uno de los premios que más nos ha podido gustar”, asegura Javier Herrero, uno de los hijos de José María y junto a sus hermanos, Juan y José María, propietarios de la bodega que fundara su padre. “Premia la apuesta que hizo mi padre y con la que se revalorizó la comarca hasta puntos insospechados. Nos enorgullece pensar y saber que con reconocimientos como este su esfuerzo no cayó en balde y confirma que su esfuerzo valió la pena”.
Javier define esa apuesta como la “fórmula para elaborar un vino de la mayor calidad posible utilizando únicamente uva verdejo procedente exclusivamente de la provincia de Segovia”. Y a fe que lo consiguió. Hasta el punto de que al poco tiempo de iniciar esa andadura se plantaron en el pueblo 60 hectáreas. Los jóvenes agricultores vieron futuro en su pueblo. Ahora son 200 las nuevas hectáreas dedicadas al verdejo. La producción se ha multiplicado por cinco en los últimas tres décadas y ya alcanza el millón y medio de botellas anuales en la comarca. “Antes casi toda la uva que se producía iba para fuera; ahora se queda aquí”, recuerda.
Pero si hay una palabra que resume toda esta filosofía, Javier la tiene clara: calidad. Defender la calidad de la materia prima y mantener la calidad por encima de la cantidad en el proceso de producción es clave para mantener la excelencia. Esta es la idea que trató de llevar también José María al consejo de denominación de Origen Rueda. “Luchó por defender la calidad y luchó por que está primara y potenciase la marca”.
A pesar de que la comarca de Nieva aporta una producción pequeña a la Denominación de Rueda, lo que es indudable es que entre las cuatro o cinco referencias que el consumidor cataloga como excelentes, estás proceden de Nieva.
Con todos estos parámetros no resulta extraño que se haya planteado la idea de crear una denominación de origen propia. “No es una ocurrencia”, admite Javier; “De hecho alguna vez se ha puesto sobre la mesa, pero una vez que se está dentro de otra ya, es difícil. Sin embargo, no sería descabellado que dentro de la denominación de Rueda existiesen una especie de subdenominaciones atendiendo al origen como Rueda de Nieva, Rueda de La Seca… etc. al igual que ocurre con le vino de la Rioja Alavesa, por ejemplo”. Ahora la denominación de Rueda es el número uno, con una producción de botellas en número similar a la de Ribera del Duero. Es un mercado abierto y global donde han desembarcado otros grupos con lo que es más necesario apostar por la calidad.
El legado empresarial fue muy claro pero Javier destaca otras enseñanzas que le trasladó su padre: “Cuidar la materia prima y hacer las cosas con cariño y tranquilidad, algo que se tiene que reflejar en el producto”. Y otra más: “Mi padre decía que en la elaboración del vino es más importante el vino que la uva, es decir la limpieza es fundamental y ciudar las cosas aún más”.