La revista REMIE ‘Multidisciplinary Journal of Educational Research’ ha publicado recientemente un estudio titulado ‘Educar y Evaluar en Tiempos de Coronavirus: la Situación en España’, firmado por los profesores de la Universidad de León, Enrique Javier Díez Gutiérrez, y de la de Santiago de Chine, Katherine Gajardo Espinoza, en la que se pone de relieve la brecha digital ha ampliado la social.
El estudio ofrece los resultados de una encuesta, a la que respondieron 3.400 personas, en la que se deseaba conocer la visión de las familias y de los estudiantes sobre las medidas educativas adoptadas a raíz del estado de alarma decretado por el COVID-19 en España, por el que se cerraron los centros educativos y se reorganizó el sistema para que diez millones de estudiantes pudieran continuar su educación a distancia.
Se trata de una investigación de naturaleza exploratoria, cuyas respuestas fueron analizadas desde métodos cualitativos y cuantitativos, y de cuyos resultados se ha, en primer lugar que la brecha digital se suma y amplifica la brecha social, de manera que en el estudio se indica que, “en España hay 2,1 millones de menores que viven en situación de pobreza y exclusión social, cuyas familias no cuentan con recursos y medios para apoyarles escolarmente cuando la educación se traslada a los hogares”.
Del estudio también se desprende que las tecnologías no son una alternativa a la relación educativa presencial, pero son una herramienta cada vez más enriquecedora, para lo que señalan que “un modelo de educación online fuera de la escuela no puede sustituir a uno presencial, especialmente en las etapas de infantil, primaria y secundaria obligatoria”, ya que “el contacto, la relación directa, la comunicación, la interacción, la convivencia y la emoción son claves y esenciales en el proceso de enseñanza y aprendizaje de este periodo de la vida”.
‘Educar y Evaluar en Tiempos de Coronavirus: la Situación en España’ refleja también que “es necesario repensar el actual currículum enciclopédico para discriminar lo prescindible de lo imprescindible”, así como que “evaluar no es calificar, es entender cómo ha sido el proceso de aprendizaje para ayudar estudiante a seguir avanzando”, respecto a lo se expone que la crisis del coronavirus “ha permitido cambiar radicalmente ese vínculo tradicional entre la evaluación y la calificación, donde aprobar seguía teniendo más peso que aprender”.
Como conclusión final, los autores del artículo señalan que “es necesario cuidar a las personas y primar su bienestar integral”, al tiempo que añaden que “para iniciar un ciclo que sea comprensivo con las nuevas experiencias que han surgido de la crisis se debe escuchar, porque las voces de las familias y los mismos estudiantes, más allá de los datos cuantitativos que puedan brindar, ofrecen informaciones clave, basadas en experiencias reales y humanas, que pueden aportar elementos clave a las decisiones políticas que se están tomando en el ámbito educativo”.