Su historia es uno de esos ejemplos que demuestran que vivir en el medio rural es posible, si se tiene una combinación de ganas e iniciativa. Carmen y su hija, del mismo nombre, no son de la comarca, aunque llevan viniendo al Nordeste de Segovia más de veinte años, ya que poseen una casa en la urbanización Monte Los Cortos en Duruelo.

En poco tiempo las dos se quedaron sin trabajo en la ciudad, y lejos de amedrentarse, decidieron hacer de su segunda vivienda su residencia habitual y embarcarse en una aventura que nada tenía que ver con el trabajo que ambas venían desempeñando hasta la fecha. Las dos se instalaron de manera definitiva en marzo de 2020 para poner en marcha un negocio que les permitiera ganarse la vida, y encontraron en la vecina localidad de Prádena el sitio perfecto para llevarlo a cabo.

Al principio todo eran complicaciones: la llegada de la pandemia hizo que tuvieran que retrasar su proyecto, aunque reconocen que la situación les permitió ir adecentando el local que alquilaron en la Plaza Mayor del pueblo, en el que han invertido ilusión y mucho tiempo, ya que todo lo han hecho ellas con sus propias manos.

Y así nació Karmelas, una tienda que además de ofrecer objetos artesanales y una gran variedad de artículos, tiene un importante trasfondo social, ya que la mayoría de objetos que se pueden encontrar están realizados por personas que viven en países en vías de desarrollo, gracias al trabajo de distintas organizaciones que trabajan por el bienestar y la mejora de su calidad de vida. Ejemplo de ello son los pañuelos confeccionados con melfas por las mujeres saharauis de los campos de refugiados de Tinduf, o los bolsos y carteras realizados con el apoyo del proyecto @hilosafricanos.

Y es que no hablamos de una tienda al uso: además de dar visibilidad a estas iniciativas solidarias, en Karmelas pueden adquirirse otros artículos como jabones veganos, velas, ropa, calzado o joyas artesanales. Todo con el objetivo de dar una imagen diferente, y además haciendo algo que les gusta. La joven Carmen incluso ha descubierto nuevos talentos desconocidos para ella, como la restauración de muebles, servicio que también ofrece y que combina a la perfección con su trabajo al frente de la tienda de regalos.

Quieren ofrecer algo distinto, y que la gente pueda llevarse objetos que normalmente no se encuentran en las tiendas de souvenirs al uso. La idea del negocio, reconocen, se la dio una vecina del pueblo. Abrieron el pasado 1 de julio, y hasta la fecha están contentas con el resultado. Hasta ahora hemos abierto todos los días y en un horario adaptado a las horas de mayor afluencia de gente, dicen. De cara al invierno iremos viendo, imagino que las cosas estarán más tranquilas.

Karmelas, denominación que hace un guiño al nombre de pila de estas dos mujeres, quiere establecer sinergias con el entorno, y espera colaborar con artesanos de la zona y mostrar sus productos en la tienda en la que, por cierto, destacan también las estanterías realizadas con enebro por un artesano de la madera de Prádena. Un espacio que va más allá de las cuatro paredes de este coqueto local, en el que se pueden encontrar regalos originales al gusto de todos.