El escritor Andrés Sorel (nacido en Segovia en 1937 como Andrés Martínez López) falleció en la noche del lunes en Madrid, a los 81 años de edad, según ha confirmado el subdirector de Akal Ediciones, Jesús Espino. Autor de medio centenar de libros, entre obras de narrativa y ensayos, su bibliografía incluye títulos fundamentales como ‘Castilla como agonía’ (1975) o ‘ETA’ (2018).

Nacido en Segovia durante la Guerra Civil, de padre castellano y madre andaluza, Sorel estudió Magisterio y Filosofía y Letras. Durante el franquismo colaboró en la prensa clandestina del Partido Comunista y fue corresponsal de Radio España Independiente de 1962 a 1973. Entre 1962 y 1967, como agregado cultural en la Embajada de Cuba en Madrid, desarrolló actividades literarias y promocionales de la cultura y la revolución cubana en España.

Su primera novela, ‘Crónica de un regreso’ (1963), fue prohibida por la censura del régimen franquista y tuvo que exiliarse en París entre 1971 y1973 debido a sus actividades políticas, donde creó el seminario ‘Información Española’, que se realizaba para los emigrantes españoles en Europa.

En 1974 fue excluido del Partido Comunista por diferencias ideológicas y políticas. La censura de Fraga Iribarne prohibió la publicación de sus novelas en Seix Barral y Ciencia Nueva. Muerto el dictador, colaboró en periódicos y publicaciones de España y Europa. Fue fundador, presidente y responsable de Cultura del diario ‘Liberación’, y dirigió la revista ‘República de Letras’, además de trabajar durante 25 años como secretario general en la Asociación Colegial de Escritores de España, donde impartió el taller de temática literaria y participó como coordinador de los premios que la ACE entregaba cada año.

En su repertorio literario destacan obras como ‘Crónicas de amor y muerte en diez ciudades del mundo’ (1973), ‘Free on borrad Carolina’ (1975), ‘Discurso de la política y el sexo’ (1978), ‘El perro castellano’ (1979) o ‘Crónica de un regreso Libertaria’ (1981). También es autor de ‘Concierto en Sevilla’ (1982), ‘Babilonia, la puerta del cielo’ (1982), ‘El libertador en su agonía’ (1992), ‘Jesús llamado el Cristo’ (1997), ‘Regreso a las armas’ (1998), ‘Las voces del estrecho’ (1999), ‘La noche que fui traicionada’ (2002) y ‘Apócrifo de Luís Cernuda’ (2004).

En ‘Castilla como agonía’ su narrativa se detuvo en las perpetuas injusticias que ha sufrido Castilla en las áreas social, agrícola-económica y cultural, centrándose en la decadencia padecida por Castilla la Vieja y desgranando el proceso de despoblación y emigración sufrido por casi todas las provincias castellanas en los años sesenta.

Crítico con las grandes editoriales y con muchos certámenes literarios que, según él, están corrompidos, Sorel abogó siempre por las pequeñas librerías y editoriales modestas como puente de promoción y desarrollo de nuevos y jóvenes talentos de la literatura.

En 2013 el festival de literatura policíaca Getafe Negro le distinguió con el IV Premio José Luis Sampedro, en reconocimiento a la excelencia y los valores humanistas de su trayectoria, aplaudiendo el compromiso con su tiempo y su situación, la inquietud social, independientemente de la ideología, y el reflejo de valores que contribuyen al entendimiento entre pueblos e individuos. En su fallo, el jurado destacó que “su obra literaria es a la vez crítica y solidaria, y que el autor ha desarrollado una gran labor como difusor de la cultura desde diversas publicaciones periodísticas y al frente de la Asociación Colegial de Escritores”.

En su discurso de aceptación del galardón, señaló que “la auténtica patria del escritor es la lengua en que escribe”. “Hoy, en otras circunstancias, que a algunos nos llenan de zozobra y angustia, vivimos bajo el atropello, la prostitución de nuestra propia lengua. Se utilizan procedimientos más propios de Goebbels que de la riqueza de uno de los idiomas más creativos del mundo, para impartir mensajes y alienar a los ciudadanos. Perversión de contenidos, modos populistas, alteración de significados, palabras quemadas: cada palabra un cadáver de su prístino origen, un intento de extinción del pensamiento”, señalaba.

Según explicó entonces, “muchos responsables de las industrias culturales y de la política vulgarizan el lenguaje, lo deforman hasta límites en los que resulta imposible reconocer su acepción, su música oculta, su búsqueda de la belleza. Su razón de ser. Y el escritor debe rebelarse contra estas perversiones si quiere sobrevivir y no ser aniquilado por este holocausto de la cultura. El escrito ha de regenerarlo, dignificarlo, purificarlo”.

“Un premio amparado bajo el nombre de José Luis Sampedro, un hombre y un escritor honrado en la más profunda estela machadiana, un escritor y un hombre entre los más honestos y profundos creadores de nuestro tiempo, es, sin duda, el mejor, casi podría decir el único premio que me han concedido en mi vida, y me reconforta y anima a seguir luchando por la palabra y la libertad, no sólo mías, sino de los ciudadanos a quienes se pretende esclavizar en su pensamiento, diferencia y dignidad humana”, comepletaba.

A lo largo de su fecunda trayectoria ha publicado 50 libros, entre novelas y ensayos (en editoriales como Txalaparta, Libertarias, Cátedra, Muchnik, Planeta y Akal), y ha impartido más de un millar conferencias en diversas ciudades el mundo.

En su carta abierta de despedida de Sorel, Jesús Espino recuerda su “integridad”, “coherencia”, “compromiso político e ideológico”, su “espíritu crítico que evitaba cualquier atisbo acomodaticio en estos tiempos paniaguados de ideas veleta”, su “amor por la Literatura con mayúsculas en medio de tantas letras prostituidas”, su “indignada estupefacción ante el triste espectáculo que nos rodeaba (en los medios, en la política, en la cultura…)” y su “reivindicación de la dignidad del ser humano engullido por la barbarie, por cualquier barbarie…”. “No eras muy optimista sobre el futuro, pero, aun así, nunca cejaste en tu lucha”, escribe.