La pérdida del gusto y el olfato es una de las secuelas que más preocupan a las personas que han enfermado de coronavirus, en especial en las primeras olas. Desde el pasado mes de agosto, pueden entrenarse para recuperarlo desde la pequeña localidad de Santa Cruz de la Salceda (Burgos). Allí, el Museo de los Aromas ofrece una serie de ejercicios de estimulación para acelerar la rehabilitación del olfato gracias a los 92 aromas diferentes de los que disponen.
Este centro, ubicado en la Ribera del Duero burgalesa, destaca por ser el único de España y Europa dedicado al olfato y desde que abrió sus puertas en 2010 aúna una parte lúdica y turística dedicada al disfrute y reconocimiento de los olores y otra didáctica relacionada con la investigación sobre el olfato.
“El sentido del olfato es uno de los más incomprendidos y menos estudiados de todos los sentidos que existen”, señala el gestor cultural del Museo, Jonatan Talavera, que explica que la pérdida del sentido del olfato debido a diversas problemáticas, entre ellas la COVID-19, ha provocado que se empiece a “investigar un poco más sobre este sentido”.
En esta línea, explica que la pérdida de la capacidad olfativa puede deberse a varias casusas, como las enfermedades de salud mental, una enfermedad vírica o por traumatismos. Centrándose en el coronavirus, Talavera añade que, a diferencia de lo que ocurre con un catarro, se ha visto que con esta enfermedad la pérdida del olfato es “más grave” y lleva a la gente a perderlo por un tiempo “prolongado”. Es en este momento cuando necesitan de ayuda para poder recuperarlo. “Nos hemos puesto a trabajar con los afectados para realizar un entrenamiento olfativo que acelere la recuperación de esa capacidad. Hay personas que tienen menor gravedad y les cuesta menos, mientras a otros les cuesta un poco más”, señala.
Desde el Museo de los Aromas buscan “acompañar” a los afectados, asesorándolos y evaluando sus capacidades olfativas. En una primera cita, se lleva a cabo una evaluación para valorar el estado del afectado, el grado de gravedad de la enfermedad, para después comprobar cuál es su sensibilidad con las diferentes gamas aromáticas. Según mantiene el guía del centro, cuentan con cuatro principales: florada, afrutada, especiada y maderada. Así comprueban si la persona obtiene “mucha, alguna o nula sensación” de los olores que componen estas gamas.
Este ejercicio se realiza a ciegas, con un antifaz, porque, tal y como recuerda Talavera. «Muchas veces olemos también con la vista”. De esta forma, realizan un asesoramiento de referencia a los aroman que el paciente debiera trabajar en casa, donde continúa el entrenamiento. “Se recomienda que sean cuatro o cinco aromas de diferentes gamas aromáticas”, explica. Asimismo, indica que es conveniente que los ejercicios de estimulación se lleven a cabo diariamente, dos veces al día, “sin prisas ni estrés, porque el entrenamiento no sería cien por cien efectivo”.
Además, piden a los afectados que indiquen el estado en el que se encuentran en el momento de llevar a cabo los ejercicios (si están cansados, estresados, tristes…). “Son aspectos positivos a la hora de investigar porque cómo te encuentres afecta mucho a la capacidad olfativa”, explica.
Con toda esta información, desde el Museo pueden ver cómo está siendo la evolución del paciente y si ha mejorado en alguna capacidad olfativa. Actualmente trabajan con 15 personas que han perdido la capacidad olfativa en menor o mayor grado. La mayoría son de la comarca dado que aunque han recibido visitas de personas de fuera de la zona, no acuden al centro como les gustaría al tenerlo lejos.
“El 80 por ciento lo pasan de una manera leve, han perdido capacidad olfativa pero no tanto como los graves. La mayoría perciben sensaciones, luego hay un 20 por ciento que les cuesta un poco más y entre un 5 y un 10 por ciento han perdido mucha capacidad”, subraya. En esta línea explica que si una persona ha perdido el cien por cien del olfato, y tras el entrenamiento olfativo llega al 50 por ciento de recuperación, “ha recuperado mucho”, y añade que quizás, sin estos ejercicios “se hubiese quedado en el 20 por ciento”.
Investigación
En su origen, el Museo también nació con el objetivo de colaborar en labores de investigación junto a la Red Olfativa Española (ROE). En los últimos años se están llevando a cabo estudios para ver qué relación existe entre la pérdida de la capacidad olfativa con trastornos de la salud mental, como la depresión, la ansiedad o el estrés; o también con enfermedades neurodegenerativas. Campos que, desde el Museo quieren estudiar junto a asociaciones y universidades.
«Nos parece un campo nuevo e interesante a la hora de investigar. Podemos ofrecer un soporte de trabajo de campo para ciertas universidades que quieran ver, valorar o recoger datos sobre personas, afectados, pacientes y poder estudiar un poco más de cerca la evolución de los mismos o cómo se encuentran”, agrega.
Así señala que están trabajando en ver cómo pueden iniciar esa línea de investigación en conjunto con las partes interesadas, para que puedan tener un “soporte” y disponer de personas con las que poder trabajar. “Queremos aportar nuestro granito de arena”, concluye.