Año tras año, curso tras curso, los medios locales, periódicos, radios, televisiones, webs, blogs y otros sistemas de información y comunicación realizan una difícil e imprescindible labor para conservar la salud democrática de un país.

Pensar en local y actuar globalmente es una tarea que se ha reivindicado como necesaria para poder construir ese otro mundo posible que muchos perseguimos. Un mundo más humano, más cercano, más próximo y solidario, más justo y equilibrado y que persiga una economía del bien común y no del lucro desmedido y sin límites (●).

Si partiéramos de lo local para pensar el mundo que queremos, y no al revés como ha venido sucediendo en los últimos tiempos, no habría lugar posible para dar cabida a crisis de las dimensiones que estamos viviendo. Los empresarios locales, por lo general, dimensionan sus negocios a escala humana mientras que muchos ejecutivos de grandes multinacionales, asesores y miembros de consejos de instituciones bancarias grandes, medianas y pequeñas, han sido consentidos en su labor depredadora, sin arriesgar su propio dinero, obteniendo salarios de escándalo, blindajes de escándalo, indemnizaciones de escándalo, dietas de escándalo y todo ello ha dado por resultado una crisis de dimensiones estratosféricas que ha herido profundamente la confianza de la sociedad en su democracia. Esta confianza debe recuperarse partiendo de lo local.

La información local se identifica con los intereses inmediatos de la persona, ya habite ésta en una zona rural o en un conglomerado urbano más o menos densamente poblado, el informador local debe explicar lo que ocurre en ese contexto más inmediato de urbes, pueblos o aldeas. Los intereses de quienes habitamos esos ámbitos cercanos afectan a temas que van de la cotización del cordero, del trigo o la cebada, hasta los hechos y sucesos que afectan a la vida cultural, educativa, económica, política y social de este entorno. De todo ello da testimonio el periodismo local. Directores de medios locales, redactores y fotógrafos, becarios que toman un primer contacto con este apasionante mundo, responsables de marketing, administrativos y conserjes, etc. todos ellos nos demuestran el relevante valor de un trabajo más necesario que nunca en esta difícil coyuntura que vivimos.

Desde aquí, el modesto homenaje que la sociedad le debe a todas las personas que buscan con honestidad la verdad de los hechos, que resisten a las presiones y no se dejan vencer por el miedo a perder su trabajo. Ellos son quienes dignifican también la labor de unos empresarios que deberían creer en que su inversión contribuye a reforzar la democracia y hace más fuerte a la sociedad. En este ferragosto, quizás el más duro que hemos vivido en este período democrático, reivindicar la información local es apostar por una ciudadanía capaz de ejercer un pensamiento crítico que nos haga vencer a cualquier crisis con el optimismo de la razón.

 

Agustín García Matilla. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación. Universidad de Valladolid. Campus María Zambrano de Segovia.

(●) De todo esto y de otras muchas cosas se ha hablado con éxito en el Curso de Verano de la Universidad de Valladolid en el Campus Público María Zambrano de Segovia, recientemente clausurada. Paco Álvarez, Manuel Balsera, Ángel García Castillejo y otros ponentes relevantes se han referido a esta nueva filosofía económica del bien común de imprescindible aplicación que ha invitado a la reflexión y el debate de unos 150 participantes en este germen de Escuela de Verano de la Universidad Pública.

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