Mucho esfuerzo y trabajo detrás del legado de un segoviano en el Museo de Ciencia, que habría cumplido 150 años el 4 de abril y que, con mucho orgullo, relata su nieto.
Así, el 4 de abril de 1874 nacía en la pequeña localidad segoviana de Puebla de Pedraza Isidoro Ruiz Ramos.
Es su nieto, quien lleva su nombre y apellidos, quien traslada la historia de este importante segoviano.
«Su extensa biografía se inicia con el comienzo del desarrollo industrial», comienza su relato. Así, su abuelo, Isidoro Ruiz Ramos, conoció la llegada de la luz eléctrica, el teléfono, el automóvil, la aviación, el cine, la radio, entre otros inventos que sorprendieron a la gente de la época.
Sin embargo, el ansia de aprender de su abuelo Isidoro llevó «en 1888 a abandonar la Puebla para comenzar a trabajar en un establecimiento de su familia en Segovia, que dejó al poco tiempo para entrar en una droguería». «¡Aquello sí le gustaba!, pero su final lo veía claramente en Madrid a donde llegó en 1890», recalca su nieto.
Propietario de la perfumería que abastecía a la Casa Real en 1902
De este modo, «después de mucho esfuerzo, trabajando en distintos establecimientos similares en cuyos almacenes durmió y estudió higiene, perfumería, química, desinfección e incluso francés, mi abuelo llegó a ser propietario en 1902 de una céntrica perfumería que pronto se convirtió en proveedora de la Casa Real mientras desarrollaba nuevos estudios y formulaciones».
Como joven emprendedor, en 1906 traspasó la perfumería para montar una pequeña fabrica. Desde allí, patentó muchas de sus especialidades, modelos de utilidad para el empleo de sus productos. Entre ellas, las marcas comerciales más conocidas fueron «las famosas «Ruy-Ram» y «Ozonopino» para identificar a un aromático producto desinfectante». De hecho, declarado de utilidad pública contra la gripe y otras enfermedades contagiosas, se utilizó durante décadas, en todo tipo de locales públicos como salas de espectáculos, iglesias o bancos.
Por todo ello, señala su nieto, Isidoro Ruiz Ramos fue premiado desde 1914 en las numerosas exposiciones que participó. Su última recompensa, concluye, es que su legado
ha entrado a formar parte del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, MUNCYT, en su 150 aniversario.
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