El COVID-19 ya a comenzado a alterar la actividad programada en la mayoría de los hospitales y la previsión es que la presión de las unidades de críticos aumente en los próximos 15 días, con una horizonte de semanas “muy difíciles”, aunque todavía hay margen para seguir extendiendo camas y se descarta una “colapso” del sistema. Así lo explicaron hoy la consejera de Sanidad, Verónica Casado, y el coordinador de las UCI en Castilla y León, Jesús Blanco Varela, en la rueda de prensa para informar sobre la situación epidemiológica de la Comunidad, que permanece en nivel 4 de alerta.
La previsión es que el sistema siga tensionado al menos hasta Navidad, a lo largo de un mes y medio, cuando puedan comenzar a descender las cifras de pacientes, debido a “pequeñas luces” que muestran una ligera bajada de la incidencia en la Comunidad en los últimos días. No obstante, si hay algo de lo que ambos no se fían es del COVID-19, por lo que todo son hipótesis y las decisiones se tomarán día a día, en función de la evolución de la pandemia y de los ingresos en planta, que marcarán los pacientes que demanden cuidados intensivos en las siguientes semanas.
“Tendremos dos semanas muy difíciles, donde, presumiblemente, crezcan los ingresos y pacientes en UCI extendidas, con el impacto que supone para la actividad no covid. Tras ello, habrá una fase de estabilizacion, presumiblemente, son hipótesis, pero parece indicar que dentro mes y medio pueden empezar a descender los pacientes en áreas de críticos”, pronosticó Blanco.
Aunque la actividad ya se ha visto alterada, Casado explicó que se mantiene la atención a la patología covid y no covid, pese a que la situación actual “es la del 26 de marzo”, con la diferencia de que en la primera ola todo el sistema se volcó con la patología por coronavirus y ahora se trabaja para mantener la actividad programada y ordinaria”, algo que se está haciendo gracias “al trabajo excelente de nuestros profesionales”, incidió.
En concreto, en el caso del Hospital Universitario de Burgos, se ha transformado un quirófano de urgencias para actividad programada, y se han cambiado los turnos de los profesionales para poder aprovechar otros. Del mismo modo, comenzará a trasladar a pacientes leves al Hospital Divino Vallés y al Hospital Fuente Bermeja, y la Gerencia trabaja con el centro privado Hospital Recoletas para que asuma parte de la actividad programada no covid, puesto que el HUBU solo mantiene tres quirófanos para actividad programada,
En el Hospital de León, ya hay cuatro quirófanos ocupados por pacientes covid; en Palencia, dos; mientras que en Salamanca son seis de sus 25 disponibles; Soria, uno; el Hospital Clínico Universitario, siete de 21; el Río Hortega ha ocupado dos quirófanos dedicados a cirugía mayor ambulatoria, de los 18 con que cuenta; Medina del Campo tiene uno funcionando de los tres habituales, y el de Zamora, debido al descenso de pacientes críticos, volverá a abrir alguno de los que tiene cerrados.
Mientras, hasta la fecha, no ha habido alteraciones en los hospitales de Ávila, Miranda de Ebro, Aranda de Duero, El Bierzo y Segovia.
Menor impacto en las UCI
Blanco Varela explicó que existe un menor impacto en las UCI que en la primera ola, debido al incremento de camas en 61 tras las obras de este verano, y en provincias, como Segovia, Ávila y Zamora, donde aún no ha sido necesario extender camas.
No obstante, en el resto, se han comenzado a extender con el apoyo de anestesistas e intensivistas que están preparados para colaborar en la atención a estos pacientes, también por profesionales de enfermería de críticos, que están, todos, “en una situación de gran presión y siguen trabajando en esta segunda ola con gran eficiencia y capacidad de sacrificio”.
Además, el doctor destacó que gracias, también, a que se conoce mejor la evolución del virus, los hospitales han podido adaptarse mejor a la situación y no está habido tantos traslados de pacientes. En concreto, hasta la fecha han sido diez, frente a los cerca de 60 de los meses de marzo y abril.
Perfil del paciente
Por lo que respecta la paciente que ingresa en UCI, Blanco Varela explicó que la edad es ligeramente inferior. De hecho, ha una paciente “extremadamente grave” de 29 años ingresada, aunque la horquilla llega a los 78 años. Con pacientes algo más jóvenes, los casos de ingreso en críticos se concentran entre los 60 y los 70 años, y los tiempo de estancia son prolongados, entre 15 y 20 días, lo que dificulta la renovación de pacientes y la disponibilidad de camas.
A ello sumó que hay factores de riesgo, como la hipertensión y la obesidad, y explicó que está habiendo menos ingresos desde los servicios de urgencias, debido al mejor conocimiento y a la mejor preparación, de modo que los ingresos se producen con la antelación suficiente.
Si bien, la mortalidad sigue siendo elevada, de un 35 por ciento de los ingresados, y es una enfermedad que no afecta sólo al aparato respiratorio, sino también al cardiovascular, neurología, digestivo, riñón, etc., y los paciente sufren el impacto de la enfermedad en todo su organismo.
Por estos motivos, el doctor llamó a la responsabilidad individual, a evitar enfermar por covid, porque acabar en cuidados intensivos “no es un hecho banal; es muy grave”. “Un tercio de los que ingresa en UCI fallece, y pacientes mayores de 80 años que contraen la enfermedad fallecen por encima del 85 por ciento”, sin olvidar que los que la superan tienen, en la mayor parte de los casos, secuelas importantes. “Llamo a la responsabilidad para evitar este fracaso colectivo, que es que la pandemia ascienda y ascienda”, concluyó.