Acaba 2020 un año “nefasto” en palabras del presidente del Colegio Oficial de Médicos. Al margen de frustrar acciones de relieve social como la inauguración de la nueva sede o la celebración de los 125 años del colectivo, ha sido un año aciago fundamentalmente por la afección de la covid 19 entre la población, con una gran incidencia además entre los profesionales sanitarios. Los primeros meses de la enfermedad fueron una bofetada para toda la sociedad, que se reflejó con dureza en el colectivo médico que vivió con angustia los primeros meses. Para Enrique Guilabert, “la sobrecarga, el estrés y la angustia fueron factores que marcaron la primera parte de la pandemia, en la que además teníamos un gran desconocimiento de la enfermedad”, motivando que muchos facultativos cayeran enfermos, con bajas laborales y, en algunos casos, con fallecimientos. Con nombres propios también en Segovia como el del doctor Salustiano Orejas, ex vocal del Colegio de Médicos, que perdió la vida por el SARS Cov-2. Para los profesionales médicos, tan expuestos a la enfermedad, es difícil buscar las palabras que precisen la gratitud y honra (pero también tristeza) que provoca el recuerdo del adiós de quienes dieron su vida por luchar en primera línea contra la pandemia.
Una primera oleada que, según el presidente de los médicos segovianos, se vieron desamparados por las autoridades sanitarias. “Segovia estuvo desbordada y además nos sentimos abandonados. La ayuda llegó, pero tarde y eso que lo reclamamos reiteradamente durante muchos días. Eso ha dejado una cicatriz que está ahí y que no se va a ir fácilmente”, recuerda.
El colectivo se siente dañado porque a la labor realizada durante estos meses con jornadas maratonianas y sin apenas descansos y vacaciones, se ha respondido desde la administración con decretos que han recortado sus derechos laborales. “Por una parte nos decían que estábamos haciendo una labor fantástica y por otra, no se nos ha escuchado” insiste Guilabert, quien afirma que sus reivindicaciones han encontrado como respuesta “decretos que socavaban nuestros derechos laborales” por parte de la autoridades sanitarias a las que acusan de faltarles al respeto.
La situación obligó a prescindir mayoritariamente de la atención presencial, lo que supone una alteración de la relación habitual médico-paciente. “Queremos que se vuelva lo antes posible a la situación anterior para tratar todas estas enfermedades que también son importantes y que han estado alejadas en cierto modo de la práctica diaria”, concluye Guilabert.