El Vaticano ha determinado que cuatro clérigos, vinculados con Segovia, han merecido ser beatificados el pasado 13 de octubre, en Tarragona, junto a otros 518 servidores de la Iglesia Católica, y serán inscritos en el Martirologio de esta confesión religiosa por haber sido ejecutados en 1937, durante la guerra civil española sin abjurar de sus creencias religiosas.
Nos da cuenta de ello el Obispo de Segovia en una Carta Pastoral del más rancio estilo nacional-católico, de la época franquista, tan profundamente arraigado aun, por desgracia, en un importante sector de la curia española.
El Obispo Rubio nos quiere presentar todas estas muertes como consecuencia de una persecución religiosa y de una violencia sistemática contra la Iglesia Católica por parte de la República española.
La Iglesia Católica tiene todo el derecho de beatificar a quienes considere merecedores de esa calificación. Por cierto, la República no se hubiera opuesto a ello, ya que su Constitución establecía la libertad religiosa y el laicismo del Estado que no permitía su intromisión en los asuntos religiosos, como nos gustaría que ocurriera de hecho actualmente.
Pero lo que no se puede admitir es que el Obispo aproveche la ocasión para falsear la historia de aquella etapa republicana que generó tanta esperanza de justicia social y progreso en todos los ámbitos y que se vieron frustrados por un golpe militar, contra la legalidad constitucional, promovido por los sectores más reaccionarios y con mayor poder económico de nuestro país, provocando una guerra fraticida de la que resultaron vencedores con el apoyo del fascismo y el nazismo europeo. Como para estar orgullosos…
Es una lástima que el Obispo de Segovia se haya olvidado de recordar a los 358 segovianos que se han podido documentar, muchos de ellos católicos, que fueron asesinados por los represores franquistas simplemente por defender la democracia legalmente alcanzada en las elecciones de 1931. También ellos entran en la definición de mártires, ya que fueron víctimas de su fiel defensa de la libertad y el progreso recogidos en la Constitución vigente en aquel momento. Su premio ha sido yacer en fosas comunes o en paradero desconocido. Que vergüenza!
No voy a entrar a analizar las lucubraciones del Obispo sobre la oportunidad de esta beatificación masiva en el “Año de la Fe”, solo diré que me parecen inconsistentes y muy alejadas de lo que el nuevo Papa, Francisco, viene avanzando, mal que le pese a la Iglesia más reaccionaria.
Lo que debería hacer la Iglesia Católica es reconocer su responsabilidad por haber apoyado desde un principio a los militares sublevados y por participar en la guerra, que en el colmo del fundamentalismo religioso calificaron de “cruzada”, junto al fascismo.
Yo leo habitualmente las Pastorales del Obispo de Segovia que aparecen en los medios de comunicación y me parece haber vuelto a los tiempos del Obispo Platero, de triste recuerdo, prelado de nuestra provincia durante la República, cuando convocaba, diariamente a la catedral, a los fieles para rezar, no para que terminase la guerra fraticida, sino para que triunfase el golpe militar anticonstitucional. No me extrañaría que nuestro Obispo estuviera entre los que rezaban el 23F de 1981 para que Tejero salvase a nuestra patria de la pérdida de sus esencias nacional-católicas.
Me atrevo a aconsejarle al Obispo Rubio que se acerque más a la filosofía del nuevo pontífice, Francisco, y olvide el ejemplo de su antecesor en Segovia, el Obispo Platero y espero que, a no mucho tardar, la Iglesia Católica, pida humildemente perdón a todas las víctimas de esa guerra que los Obispos españoles apoyaron con aquella famosa “Carta colectiva” de 1937. Y no sólo a los que fueron eliminados físicamente, también a los que fueron encarcelados, depurados en sus trabajos o sufrieron la incautación de sus bienes, muchas veces por informes o denuncias del párroco de su pueblo.
Reconozco que yo no voy a echar de menos las cartas pastorales del Obispo Rubio cuando decida abandonarnos a nuestra suerte pero, entre tanto, le sugiero que se documente un poco más objetivamente sobre la historia real de la etapa republicana de los años treinta y la posterior dictadura franquista y su salvaje represión contra los vencidos en la guerra, para lo cual no estaría de más que se diese una vuelta por los archivos del propio obispado si quiere conocer la participación del clero segoviano en esa represión.
Sólo tengo una preocupación, por la salud mental y espiritual de la ciudadanía, y es que su sucesor al frente de esta diócesis sea, como se ha filtrado recientemente, el obispo Martínez Camino: que Dios nos ampare…