Un paseo para examinar con cierto detenimiento los 104 expositores reunidos en el Recinto Ferial de Zamora en la Feria Hispanolusa de Productos Ecológicos ‘Ecocultura 2010’, que celebró este fin de semana su séptima edición, bombardea desde todos los frentes muchas de las ideas preconcebidas con las que nos hemos criado y arrojan a los leones todo aquello que la tecnología ha desvirtuado.
El jabón de toda la vida vuelve con fuerza para acercarse a la piel desde la química menos pura, el queso industrializado cede ante la artesanía amorosa, la fibra sintética pierde la batalla contra la rústica lana de oveja, las semillas seleccionadas derriban la tiranía de las transgénicas y los motores eléctricos perfilan la desaparición de los que consumen derivados del petróleo.
El mundo ha dado muchas vueltas desde que Henry Ford puso en marcha su cadena de montaje. El día 1 de octubre de 1908 salió de ella el primer Ford modelo T, con 20 caballos de potencia, una velocidad máxima de 71 kilómetros por hora y un consumo de 20 litros de gasolina cada 100 kilómetros.
Desde entonces, el exponencial consumo de combustibles fósiles, la construcción de carreteras adecuadas para la circulación y el estilo de vida generado cambiaron la faz del planeta, obligando a la búsqueda de alternativas que tendremos que adoptar porque no queda otra alternativa. “Lo ecológico es necesario. Hay una parte que, simplemente, se ha puesto de moda, pero cada día hay una conciencia mayor de que debemos preservar el medio ambiente”, explica Francisco Montoya, madrileño de 46 años, director comercial de Goinggreen.
La firma, que comenzó a funcionar en 2006 ocupó durante Ecocultura 2010 un apartado especial en el Recinto Ferial de Zamora, centrando las miradas de los visitantes en dos motos, una bicicleta y un turismo que tienen en común la electricidad como única fuente de energía. “La gente se preocupa por el transporte ecológico y nosotros pensamos que es muy bonito poder hacer negocio con algo que te permite ayudar a todo el mundo al mismo tiempo”, indica Montoya.
200 kilómetros por carga
Montoya está dando lustre al ‘Think City’, un coche de color azul, rotulado con todas sus virtudes, que hace realidad el sueño de moverse sin emitir absolutamente nada a la atmósfera y del la firma madrileña ha vendido cerca de 600 unidades desde que comenzó la venta, a primeros de este año. Tiene dirección asistida, aire acondicionado, airbags, ABS, elevalunas y retrovisores eléctricos, calefacción… Todo lo que puede tener cualquier turismo, con la salvedad de que, en vez de un depósito de combustible, cuenta con un enchufe para cargar sus baterías. “Puede hacer 200 kilómetros con una carga, que tarda unas ocho horas en completarse. Alcanza hasta 120 por hora y para la ciudad no hay uno más eficaz y barato”, apunta.
La compañía noruega que diseñó el Think tuvo una participación con Ford, precisamente, hasta que pasó a ser en parte de titularidad estatal y, recientemente, entró en el negocio la finlandesa Valmer, fabricante de Porsche. La única pega que parece presentar el modelo son los 35.000 euros que cuesta, subvenciones aparte, aunque es evidente que, una vez se empiece a ganar la batalla al motor de explosión, el precio disminuiría sensiblemente.
“Yo creo que un coche de este tipo podría costar como un turismo cualquiera con estas prestaciones que tenemos en la mente, en torno a 15.000 euros”, considera Francisco Montoya. “De todas formas, a la hora de amortizarlo, los gastos del Think son mínimos. No tiene aceites ni ningún otro fluido y, en contra de lo que mucha gente piensa, las revisiones semestrales son muy simples. En Zamora, concretamente, tienen un punto de servicio en Sportbike”, añade.
La bici también puede ser eléctrica
La bicicleta eléctrica de la exposición no tiene menos fans que el coche, no en vano Goinggreen ha vendido más de 2.000 unidades. Un discreto motor adosado a la rueda trasera, que bien podría ser un conjunto de piñones ligeramente más voluminoso de lo habitual, permite al ciclista hacer todas las trampas que quiera, aprovechando la ayuda ecológica. “Es muy agradable. Tiene varias potencias, hasta 250 vatios, y puedes utilizar la que te apetezca más, desde el 25% al 100% y, utilizando los cambios correctos, puedes subir una cuesta como un avión”, indica el director comercial. El precio: de 1.500 a 2.300 euros. “Hay horquillas o sistemas de frenos para bicicletas que valen más”, señala.
Por lo que se refiere a las motos, un llamativo maxiscooter y otro de pequeñas dimensiones, especialmente diseñados para el uso urbano pero sin problemas en carretera, recuerdan al consumidor que la electricidad es una alternativa verdaderamente seria al transporte habitual, con una batería de diez años de duración o unos 80.000 kilómetros y un precio total que ronda los 6.000 euros. “Anda muy bien; no es una castaña ecológica. Tiene unos consumos ridículos aunque tenga un peso de algo más de 200 kilos y una potencia de 27 caballos, que es una barbaridad para una moto urbana. En las mejores condiciones, puedes hacer 100 kilómetros con 40 céntimos de euros y, en las peores, con ese mismo dinero, 50 o 60 kilómetros”, explica Montoya. “Además, tiene unas funciones maravillosas en el puño, acelerando de la forma habitual y, haciendo el gesto contrario, frenando con recuperación energética o, incluso, consiguiendo un apoyo marcha atrás de baja velocidad para facilitar el estacionamiento”.
En este apartado, Fernando Martínez Maíllo, presidente de la Diputación Provincial de Zamora, que ha impulsado la Feria Hispanolusa de Productos Ecológicos, se ha convertido en usuario convencido del ecotransporte. De hecho, hace unos meses adquirió una moto Vectrix igual a la expuesta en Ecocultura 2010. “Es una moto espléndida, que no genera ningún problema al medio ambiente, ni siquiera por contaminación acústica. La enchufas como si fuese el cargador de un móvil, en cualquier enchufe. Llevaba bastante tiempo detrás de ella hasta que la conseguí, comprándosela a un zamorano que la está distribuyendo”, explica. “Hay que intentar predicar con el ejemplo. Creo que el futuro pasa inevitablemente por el respeto al medio ambiente y todos podemos intentar aportar algo importante con nuestro comportamiento diario en muchas pequeñas cosas”, recalca.
Las cifras no pueden ser más reveladoras: La actividad humana relacionada con el transporte genera cada año en el mundo 300 millones de toneladas de dióxido de carbono, 120 de monóxido de carbono, 35 de óxidos de nitrógeno, 25 de hidrocarburos y 3,5 millones de toneladas de óxidos de azufre, según recoge la organización de investigación independiente World Match Institute, uno de los referentes en el análisis de asuntos globales críticos como la sostenibilidad.
El dato para temblar radica en la consideración generalizada de que, al ritmo actual de proliferación de vehículos que consumen combustibles fósiles, en el año 2030 habrá 1.000 millones de vehículos en el mundo, cifra que los ecologistas consideran radicalmente “insostenible e insoportable” para el planeta.