Cuenta Marina que, cuando decidieron crear su propia marca de complementos, buscaban dar rienda suelta a su imaginación y sobre todo, dar uso a todos los excedentes de material que sobraban de los proyectos de su carrera.
Ambas, Blanca Pérez y Marina Carretero, licenciadas en arquitectura por la antigua SEK, observaban día tras día cómo tras la cantidad de maquetas de arquitectura finalizadas, los restos de los materiales que habían sido utilizados pasaban a mejor vida tras un complicado proceso de reciclaje, en el mejor de los caso. Es entonces cuando a Blanca se le ocurre que podrían alargar la vida de un producto, el metacrilato, de una forma original, moderna y sostenible.
Con la carrera ya finalizada, y sin la posibilidad de obtener el material tan facilmente, éstas dos emprendedoras deciden buscar colaboración con las empresas de la ciudad y alrededores. Ellas reutilizan el material sobrante del trabajo de rotulación al que se dedican la mayoría estas empresas y éstas se ahorran los costes de reciclaje de este producto. Las ventajas, numerosas.
El metacrilato, al ser un producto no biodegradable, depende de un complicado y caro proceso de reciclaje para poder reutilizarlo en rotulación o para maquetas de arquitectura, por ejemplo. Por eso, estas dos jóvenes cuentan que decidieron darle mejor vida convirtiendo esas planchas de colores en objetos bonitos bajo la marca Eco-label, que garantiza que se trata de un producto respetuoso con el medio ambiente y por lo tanto, sostenible. «Queremos hacernos hueco en la industria del diseño, buscando nuevas oportunidades en un mercado actual y sostenible, siendo reciclaje, calidad y exclusividad nuestras bases» cuenta Marina a este periódico.
Anillos, collares y en definitiva multitud de piezas cuyos precios oscilan en torno a los 6 euros, son la muestra de que sostenibilidad y responsabilidad con el medio ambiente no están reñidos con el diseño y la personalidad, ya que cada pieza es un objeto único y exclusivo al depender de los retales de material disponible.