Alrededor de 450 personas acompañaron a Titirimundi y familia en una fiesta privada de homenaje a Julio Michel, fallecido el pasado 23 de junio. Una velada donde sus más allegados repasaron su trayectoria vital y profesional, con muchos momentos cargados de gran emoción.

La fiesta tuvo lugar en el jardín de San Juan de los Caballeros, y contó con «Tonet» como maestro de ceremonias. Amancio Prada interpretó unos versos de Juan Ramón Jiménez, dedicado a los titiriteros. También dió lectura al texto enviado por Lola Atance, compañera sentimiental de Julio Michel durante cuatro años que compartió con él su estancia en París y la creación de su grupo de títeres «Libélula». En su testimonio, Loca Altance, aseguró que su amistad había durado 47 años.

La directora de Nao D’Amores, Ana Zamora, recordó al carismático demiurgo y maestro, que nunca pretendió serlo, para aquellos jóvenes que comenzaban en el arte del teatro y su figura como promotor de la cultura popular y del folclore, de las cabalgatas y de los cabezudos y gigantones.

También se habló de la faceta de Julio Michel, en la creación de «La Promotora» en el IES «Andrés Laguna”, con el testimonio del director del centro en esos años, Rodrigo González. La vertiente política de Michel y su vinculación con Izquierda Unida, fue recordada por su amiga Nieves Morán.

Se proyectaron varios vídeos, uno de los más emotivos, sobre sus años de colaboración con la Ruta Quetzal, donde conoció a su mujer, Paloma Toro, que también, compartió con los asistentes, el lado más personal del creador de Titirimundi, junto a sus tres hijos pequeños. Su hija mayor, Ana María, también recordó a su padre y su carácter vital y lleno de proyectos.

El equipo al completo de la oficina del Festival, arropó a Marián Palma, el brazo derecho de Julio Michel durante 17 años, que aseguró que el regalo que ha dejado “es un festival único con una personalidad única cuyo cuidado es tarea de todos”. Y animó a todos a seguir materializando el espíritu de Julio Michel.

Una noche repleta de momentos emotivos pero, sobre todo, una fiesta en la que estuvieron presentes los títeres y la música para recordar a Julio Michel. Un acto nocturno para poder ver las estrellas porque la astronomía era otra de las pasiones del director de Titirimundi.