Castilla y León repobló casi 190.000 hectáreas forestales en las dos últimas décadas, el 54 por ciento, 102.591 hectáreas, sobre terrenos que habían tenido uso agrícola, mientras que un 43 por ciento, 82.895, fueron de tipo clásico, y el tres por ciento en montes privados (6.168), según datos de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente a los que tuvo acceso Ical. Esta superficie reforestada es sensiblemente mayor que lo que ocupa, por ejemplo, toda la comarca de Sanabria.

Dentro de la repoblación forestal se puede distinguir dos conceptos diferenciados en función del uso anterior que se le daba al terreno a repoblar. Así, se puede dar la forestación y repoblación mediante siembra o plantación, de un terreno que era agrícola o estaba dedicado a otros usos no forestales; y aquella reintroducción en terrenos superficies que estuvieron poblados forestalmente hasta épocas recientes, pero que quedaron rasos a causa de talas, incendios, vendavales, plagas, enfermedades u otros motivos.

La evolución en estos últimos 20 años ha sido desigual por provincias. Mientras algunas con importante superficie forestal como Ávila, Palencia o Segovia han apostado más por las reforestación clásica, en otras como León, Burgos, Salamanca o Zamora ha tenido más peso la conversión de superficie agrícola.

Así, destaca el caso de la provincia charra donde, aunque la cifra global no es muy alta, 9.594 hectáreas, tres de cada cuatro de ellas (74,4 por ciento) corresponden a un suelo que anteriormente no era forestal. También Zamora, con 16.831 hectáreas (66,3 por ciento) de un total de 25.353; Burgos, con 18.959 hectáreas (65,8 por ciento) de 28.781 en total; y León, donde 32.412 hectáreas, el 51 por ciento, proceden de uso agrario, de un total de 62.504.

Sólo en el último año del que existen datos completos, 2019, se repoblaron 4.742 hectáreas, 1.239 más que el ejercicio anterior (un 35,3 por ciento más). De ellas, 2.851 el año pasado correspondían a suelo anteriormente agrario, el doble que en 2018, cuando se habían contabilizado 1.380; y 1.891 hectáreas se reforestaron por el método clásico, es decir, que ya estaban ocupados por superficie arbolada o matorral. Esta cifra es un 10,9 por ciento, con 232 menos que en 2018, por lo que se intuye una tendencia progresiva de incremento de repoblación en parcelas abandonadas del uso agrario, principalmente por la reducción de profesionales del sector primario.

Por provincias, destaca claramente Burgos, donde nueve de cada diez hectáreas nuevas de las 1.243 totales que se reforestaron el año pasado procedían de suelos agrarios (1.096). Le siguen Soria, donde se dedicaron 551 hectáreas de superficie anteriormente vinculado a la agricultura, el 80 por ciento de las 685 totales. También en León, con 535 hectáreas, aunque más igualada con el modo clásico, para el que se dedicaron 417 (952 en total). Igualmente, de las 444 hectáreas que se repoblaron en Zamora, tres de cada cuatro (331) habían sudo agrarias; el mismo porcentaje que en Salamanca, con 77 de las 101 totales.

En el resto, o las cifras no son tan significativas o fue más la superficie de repoblación clásica, como es el caso de Ávila, donde las agrarias sólo alcanzaron las 105 hectáreas, el 28,7 por ciento del total; de Palencia, con 81 hectáreas (el 15 por ciento); de Segovia, con 67 hectáreas que habían estado dedicadas a agricultura (22 por ciento del total); y Valladolid, con sólo ocho hectáreas procedentes de este sector (el 6,6 por ciento, que asciende a 121).