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Las estridentes sirenas
de ambulancias de emergencias
rompen el silencio en la tarde
y van desgarrando el aire,
mientras la ciudad descansa
y el bochorno la abotarga.
Nos comunican la angustia
que algunas personas sufran
mientras las van a llevar
urgente hasta el hospital
y entre sueros y calmantes
con la enfermedad debaten.
¡Agradece a quien la urgencia
atiende con su presencia!
Nunca se verán pagados
sus esfuerzos denodados,
mientras otros se divierten
y el peligro nunca advierten.
José García Velázquez.
Segovia 21 de julio de 2008