No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y parece que son muchos los que no ven que un ataque contra nuestro patrimonio, es un ataque a todos, incluida la persona que lo perpetra. Esta semana nos levantábamos indignados por las pintadas aparecidas en las ruinas del convento de San Agustín y sobre el monolito que honra la memoria de los segovianos represaliados por defender la II República y la libertad. Y que a estas alturas tengamos que recordar que la destrucción del patrimonio nunca -jamás- va a ensalzar tu causa…
Pero hay muchas otras manifestaciones (por no llamarlas a todas actos vandálicos) que atentan contra nuestros monumentos y calles y, alguien tenía que decirlo, empezamos a estar hasta el gorro de esas faltas de respeto. ¿Sabes por qué? Porque derribar la balaustrada de la iglesia de San Juan Bautista de Carbonero el Mayor, como pasó a principios de septiembre de este año, demuestra que eres un/a cafre. Entre otras cosas, porque no respetas un lugar público -sea religioso o no- y en segundo lugar porque posiblemente vayamos a pagar entre todos tu falta de dedos de frente.
Además, ¿te puedes creer que no nos importa ni lo más mínimo que hayas estado visitando alguno de nuestros monumentos? Efectivamente. Así que guárdate tus rotuladores en…tu estuche. Colón, Proust o Machado también visitaron nuestra ciudad y no fueron pintando paredes, tío. Aunque claro, a lo mejor tú no tienes la misma capacidad. Algo falla cuando visitas la Catedral de Segovia y sientes la necesidad de escribir tu nombre en una de sus paredes. ¿Acaso eso es gracioso? ¿Una gesta heroica? A ver, cuéntanos porque no nos los explicamos.
Y tampoco nos explicamos qué cortocircuito te hace pensar que es súper buena idea «maltratar» nuestro Acueducto. No, nuestro monumento -bimilenario por cierto, que seguro que ni lo sabes- no está ahí puesto para que tú te subas en él (ni tus hijos, ni tus amigos, ni tu familiar) para esa foto maravillosa que te van a hacer. Ni por todos los likes del mundo. Quizás pueda ser un despiste y no tener mala intención, pero el sentido común debería imperar siempre y tendrías que darte cuenta de que si lleva en pie tantos años es por los mimos que ha recibido, y recibe, uno de los ejemplos más brillantes de la ingeniería romana.
Y si no es la primera vez que nos echamos las manos en la cabeza por comprobar cómo un sábado por la noche a alguien se le ha ocurrido miccionar sobre los pilares del mismísimo Acueducto, tampoco es la primera vez que hemos visto cómo a algún genio se le ocurría profanarlo con spray para perpetrar el nombre de su amor. Seguro que gracias a esta hazaña no te va a dejar nunca, campeón/a.
Mención especial para los artistas, lo decimos en plural porque no es el único al que hemos visto por esta zona, que se suben sobre el canal del Acueducto para…¿pasearse? ¿ser más alto? ¿buscar su inteligencia? Aquí una muestra:
No es de hoy, pero sí me viene al caso tras los últimos actos de atentado contra el patrimonio de #Segovia en el antiguo convento de San Agustín. «No me toques los monumentos». pic.twitter.com/v5E6jqDL0o
— Paquete de Amor (@Paquetedeamor) November 14, 2019
El punto y final a esta serie de despropósitos lo pone el grupo de personas súper letradas que el mes pasado entraron al CEIP La Villa de Cuéllar aprovechando que el centro estaba cerrado durante el fin de semana. No para robar, si no para ensuciar el pasillo con orines y excrementos y para descolocar los materiales de los niños y jóvenes que estudian en el centro. ¿Por qué no os vais a un bar -o al parque- a pasarlo bien, majetes?
Ironías y bromas aparte. Respetad, por lo que más queráis, un patrimonio que es de todos. Cuidar de él dice mucho de la humanidad con la que conviven nuestros monumentos, nuestra naturaleza, nuestras ciudades en general.