El pintor segoviano Alberto Reguera ha inaugurado, en el Centro Cultural de la Diputación de Palencia, la exposición ‘El horizonte desbordado’, con la que regresa a la capital palentina 15 años después de su última muestra individual. Acude con un total de 36 obras, entre las que hay pinturas-objeto, instalaciones pictóricas y pinturas en expansión de sus distintos momentos evolutivos. La muestra se podrá visitar hasta el 13 de noviembre para hacer un repaso de la última década del artista plástico.
Alberto Reguera (Segovia, 1961) le mostró la exposición a la presidenta de la Diputación de Palencia, Ángeles Armisén, acompañada por la diputada provincial de Cultura, Carolina Valbuena. El artista recordó que pasó su niñez y juventud en Palencia, después se licenció en Historia Moderna en Valladolid. El pintor segoviano reside actualmente entre Madrid y París y está considerado uno de los artistas plásticos españoles con más proyección internacional.
Este 2019, Reguera participó en ‘Hay Festival Segovia’, además de exponer su propuesta artística en Lisboa y Pekín, en el Museo Nacional de China y VIII Bienal Internacional de Arte). La historiadora y crítica de arte madrileña Sara Zambrana explicó que la muestra incluye una amplia selección dentro de gran variedad de formatos, que “presenta espejismos, profundidades y atmósferas de lo inefable, una maravillosa extrañeza”, al reunir obras surgidas de la mano de Reguera entre 2007 y 2019.
Alberto Reguera indicó que para él el viaje, tanto exterior como interior, es “un modo de vida” y que, desde hace más de tres décadas, viene realizando proyectos expositivos que, partiendo de la pintura, investigan la relación entre el espacio, la materia pictórica y la profundidad visual que trasmite al espectador.
Su actividad expositiva le ha llevado por numerosas capitales europeas como Bruselas, Londres, París y Madrid y en las galerías de arte de Hong Kong expone con regularidad. Sara Zambrana recordó su vinculación con la música y el silencio, “expresividad y espiritualidad”, que le permiten alcanzar “la abstracción y el contexto necesarios” para desarrollar su proceso creativo, “esa especie de vacío” que le invita a pintar.