Mañana sábado 5 de mayo, Carlos Martín, dramaturgo del montaje de ‘Lavida es sueño’, visitará el Teatro Juan Bravo a partir de las 20:30 horas, la compañía Teatro del Temple. Desde entonces ha combinado la producción y dirección de obras propias con la de autores contemporáneos como Antonio Orejudo o Maxi Rodríguez o la de escritores clásicos de la talla de Lope de Vega o Ramón María del Valle-Inclán.
Además de dirigir a actores como Juan Diego, Terele Pávez o Clara Sanchis, en su currículum también figuran colaboraciones con Enrique Bunbury, Loquillo o Rafael Amargo.
Dicen que hacer esta obra era una deuda pendiente y que ha sido 22 años después cuando se han visto con experiencia para afrontarla, ¿qué era lo que más les asustaba de representarla?
¡Buena pregunta (risas)! Yo creo que los temas van llegando cuando te encuentras con la capacidad para reflexionar sobre ciertos asuntos que ahí aparecen; entre otros el libre albedrío del ser humano ante el destino. Hay temas que es importante que pasen los años y los recuerdos, la memoria… para ver también la propia existencia y reflexionar. También hay una cierta dificultad técnica en el trabajo del verso… Pero yo digo que, de alguna manera, los textos te llegan porque tú estás trabajando y aparecen… Te dicen “toca esto” y así ocurrió con ‘La vida es sueño’. Creíamos que era el momento de afrontarla y la verdad es que ha sido un reto muy interesante.
Como director, ¿qué es lo más complicado a la hora de enfrentarse a un texto de Calderón de la Barca?
Creo que forma parte de una secuencia… Después de trabajar a Lope de Vega o Valle-Inclán, afrontas los textos de otra manera. Nos parecía muy interesante este desarrollo del trabajo coral. Las grandes obras siempre están muy bien escritas y se trata precisamente de saber cómo enfocarlas para que su puesta en escena también funcione.
Generalmente hay un trabajo previo muy importante de dramaturgia, de una selección a veces, una cierta criba de textos que, de alguna manera, aportan menos o son más repetitivos. Ese trabajo dramatúrgico es muy importante para afrontarlo en escena. También para alcanzar una cierta naturalidad en el trabajo del verso; respetando, por supuesto, su ritmo, su pronunciación y su técnica, pero consiguiendo, de alguna manera, que eso no bloquee al actor. A partir de ahí la imaginación ayuda a colocar el trabajo en escena, que como he dicho es un trabajo muy coral, muy rítmico, con una música en directo que también construye ritmos y atmósferas.
Casi 400 años después seguimos evitando la libertad de nuestras decisiones y entregándonos al destino, ¿La vida es sueño puede ser entendida igual que cuando la escribió Calderón?
Sí que es cierto que los grandes temas clásicos son las claves, porque ciertamente el autor que entonces los escribió fue certero en su parecer y en su construcción. Es lógico que los seres humanos anteriores a nosotros vivieran sus problemas, su relación con su sociedad y su época, y es lógico que desde entonces a nosotros esos temas nos pasen y sigan repitiéndose; desde los griegos hasta nosotros.
Los temas fundamentales siempre se repiten; puede cambiar la forma, el estilo, el formato… pero los temas siempre están ahí. Evidentemente el ser humano siempre tendrá este debate en el libre albedrío, en la sociedad que lo rodea y en los imperativos que lo cuestionan, y tiene que reflejar en su vida lo que le ocurre y tomar decisiones que cambien su existencia.
Para Teatro del Temple esta obra es «verso, ritmo, expresión existencial, denuncia…», pero por encima de todos esos calificativos, ¿qué destacaría su director que es?
Creo que, como hemos comentado hasta ahora, nuestra puesta en escena sí se caracteriza por esta coralidad. Los personajes están, o así lo queremos entender, desarrollados en paralelo. Además son personajes muy ricos; para empezar, los personajes femeninos… Rosaura y Estrella son personajes con mucha fuerza, son personajes muy decididos; que pelean por lo suyo. El resto de los caracteres que ahí aparen, incluidos los de Segismundo o los de Basilio, Clotaldo, Clarín o Astolfo, son todos caracteres muy bien desarrollados por Calderón y, al margen de la temática de la obra, que es tan interesante, creemos que el desarrollo de estos personajes, un desarrollo poliédrico donde todos tienen importancia, le ha dado a nuestra puesta en escena un aspecto importante y también una cierta fisicidad. Junto con el vestuario creemos que hacen un ‘La vida es sueño’ diferente, interesante de ver, y también respetuoso con el original.
Me parece muy interesante también el enfrentamiento que ocurre en la obra entre el padre y el hijo; dos mundos muy diferentes que colisionan. Pero también la rebeldía de las mujeres por encontrar su lugar de la que le hablaba, y cómo también, en el desarrollo de la obra, el mundo del rey Basilio, un mundo telúrico y oscuro, de pronto va modificándose por los acontecimientos. Se abre como una puerta al futuro que es muy interesante también como visión.
Hábleme de Segismundo, el protagonista, ¿es un personaje destinado a despertar sentimientos encontrados entre el público?
Sí que es muy interesante ver la evolución del personaje en este sentido. Si nos hacemos a la idea de un ser humano que desde su nacimiento ha estado encerrado y sometido al cautiverio, que sólo tiene una referencia del mundo exterior, que es la que le cuenta su carcelero Clotaldo, que por otro lado le ha enseñado Ciencias y le ha instruido en la Ley… Pero tiene una visión muy particular, muy primaria del mundo y, además, lógicamente se duele ante estas incógnitas.
Por otro lado, al soltar en la sociedad a este personaje se ve que sus reacciones son muy contrarias. Ver cómo el personaje va aprendiendo de todo lo que le rodea y cómo tiene que dar respuestas a lo que le ocurre hasta que al final llega al poder es una peripecia que es muy interesante de seguir y que sí, de alguna manera, claro que despierta sentimientos encontrados; pero creo que de una manera positiva.
Me hablaba de la música en directo, ¿qué aporta su presencia continua en la obra?
Es muy interesante ver cómo, a veces, la música se convierte en ritmo junto con los actores. A veces, la música transmuta y lo que está construyendo es un cierto ambiente; una situación que te puede llevar a la cárcel o te puede llevar al palacio. La música está últimamente trabajando con el mundo interpretativo, con los actores; los acompaña, de alguna manera, en sus sentimientos o en aspectos que igual aporta al verso. El verso también es ritmo. La música es un contrapunto que es muy revelador y aporta la puesta en escena; la energía a veces contrastada de lo que ocurre en escena.
‘Luces de Bohemia’, ‘El licenciado Vidriera’ o ‘El Criticón’ son algunas de las obras que tienen actualmente girando por España, además de esta ‘La Vida es Sueño’, ¿qué respuesta hacia los clásicos suelen ver en el público?
Curiosamente el teatro clásico siempre asegura una cierta atención del público. El público a veces desconfía más de lo contemporáneo porque tal vez no sabe muy bien lo que va a ver y le cuesta más; en nuestro país los clásicos tienen una respuesta más inmediata. Después, cuando el publico asiste a la sala se trata del segundo envite; cómo convences a ese público de que la propuesta puede ser mejor que lo que se esperaba y que, de todas maneras, salga enriquecido por la experiencia. Queremos despertar en el espectador esas emociones y ese estado de sorpresa que le lleve a algo; por un lado es verdad que tiene referencias, pero que por otro lado le cambia la perspectiva que podría tener. Creemos que en ese encuentro entre los actores, la puesta en escena y el público reside esa emoción del encuentro y de la sorpresa.